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JUANITA FERNANDEZ
SOLAR SANTA TERESA DE JESÚS
DE LOS ANDES “El Camino a lo Alto
del Monte, Donde Mora la Gloria
y Honra de Dios”. PEDRO SERGIO DONOSO BRANT Auto edición de Pedro Sergio
Donoso Brant. ISBN: 978-956-401-043-4 Propiedad Intelectual: Trámite, Ministerio de las Culturas, las Artes
y el Patrimonio Gobierno de Chile Año 2019 Centenario de la partida al Cielo de Santa Teresa de Jesús de Los
Andes 1920-2020 Se permite copiar los artículos, solo
para estudio, se prohíbe lucrar, es necesario indicar las fuentes y el autor. 3.1 “DONDE MORA EN ESTE
MONTE LA GLORIA Y HONRA DE DIOS” 4 VIDA DE SANTA TERESA DE LOS ANDES 4.1 CRONOLOGÍA DE LA VIDA Y
SU CAMINO A LOS ALTARES. 5 “UNA LLAMADA QUE SE HACE EXISTENCIA” 6 SE HA CONVERTIDO EN "LUZ EN EL SEÑOR” 7 EL CAMINO DE SANTA TERESA DE JESÚS DE LOS ANDES 7.1 ALCANZO LA SANTIDAD
SIENDO MUY JOVEN 7.2 VIDA DE TERESA DE JESÚS
LOS ANDES 9.1 ALEGRE, BROMISTA,
COMUNICATIVA Y DEPORTISTA 9.2 HA INTEGRADO LO DIVINO Y
LO HUMANO PERFECTAMENTE 10.1 EL INICIO DE UNA
NUEVA VIDA. 11 LA
ESPIRITUALIDAD DE TERESA DE LOS ANDES 12 ¿QUÉ
HIZO ESTA JOVEN PARA SER SANTA? 13 DESPERTAR
HAMBRE Y SED DE DIOS 14.1 SU MENSAJE ES DE
INNEGABLE ACTUALIDAD. 14.2 SACRIFICARSE POR LOS
DEMÁS 14.3 OFRENDA POR LOS
PECADORES 15 UN
LLAMADO AL LAICADO HACIA LA MÁS ALTA SANTIDAD. 15.1 LA PALABRA
"SANTO" Y LA “SANTIDAD” DE LA IGLESIA. 15.3 “CREO QUE EN EL AMOR
ESTÁ LA SANTIDAD. 16.1 CONFÍE TODO A LA
SANTÍSIMA. 19.1 ANTES DE ENTRAR AL
CARMELO 19.2 NO PUEDE EXPLICAR
ALGUNOS FENÓMENOS ORANTES. 19.3 DIALOGO CON LA VIRGEN
Y NUESTRO SEÑOR 20.1 “VIVIR LA VERDADERA
UNIÓN Y DESPOSORIO ESPIRITUAL CON SU AMADO JESÚS” 20.2 LEE A SAN JUAN DE LA
CRUZ 20.3 DESCUBRIR LO QUE DIOS
OBRA EN LA PERSONA QUE LO AMA. 21.1 ¿ES POSIBLE
ENAMORARSE DE CRISTO? 23 EL
RETIRO ESPIRITUAL Y LA EXPERIENCIA DE DIOS 23.1 DÍAS DE RETIRO, A
SOLAS CON DIOS. 23.6 QUINTO RETIRO, 1919,
SEPTIEMBRE 24 EXPERIENCIA
DE DIOS EN LA ORACION 24.1 LA EXPERIENCIA SE VA
DANDO EN EL CAMINO. 24.2 ORAR NO ES TANTO AMAR
A DIOS, CUANTO DEJARSE AMAR POR ÉL. 24.3 OFRENDA POR LOS
PECADORES 24.4 ¿ES NECESARIO TENER
UN DIRECTOR ESPIRITUAL? 24.5 LA MIRADA DE MI
CRUCIFIJO ME SOSTIENE. 25 EXPERIENCIA
DE DESEAR Y AMAR EL CIELO EN LA TIERRA 25.1 EL CIELO ES LA MORADA
DE DIOS. 25.2 SEREMOS UNA ALABANZA
DE GLORIA Y VIVIREMOS UNA VIDA DE CIELO. 25.3 SI SUFRÍA CON
PACIENCIA, TENDRÍA UN GRAN PREMIO EN EL CIELO. 25.4 “HE PASADO DÍAS DE
CIELO”. 25.5 LA VIDA DE LA
CARMELITA CONSISTE EN AMAR, CONTEMPLAR Y SUFRIR. 25.6 MUY PRONTO DEJARÉ EL
MUNDO PARA VOLAR AL CIELO. 25.7 MORIR E IR AL CIELO A
ENTONAR EL CÁNTICO DE LAS VÍRGENES. 25.8 EL CIELO ES LA
POSESIÓN DE DIOS. 26 LA
VOCACION DE SER RELIGIOSA Y EL CAMINO ESPIRITUAL 26.1 LA LLAMADA A
PARTICIPAR DE LA VOCACIÓN RELIGIOSA ES INVITACIÓN ATRACTIVA 28 CAMINO
AL CARMELO Y SU IDEAL DE CARMELITA 28.1 SEGUIR A CRISTO CON
FIDELIDAD. 28.2 ÉL (JESÚS) QUERÍA QUE
FUESE CARMELITA 28.3 INCERTIDUMBRES EN EL
CAMINO AL CARMELO 28.4 TIEMPO DE
VACILACIONES, CARMELITA U OTRA CONGREGACIÓN 28.5 ENTRE EL CARMEN Y EL SAGRADO CORAZÓN. (1919) 28.6 RAZONES PARA SER
CARMELITAS Y PORQUÉ EL MONASTERIO DE LOS ANDES. 28.8 “SÓLO EN DIOS MI
CORAZÓN HA DESCANSADO”. 28.9 EN DIOS TE DOY ETERNA
CITA 28.10 CREO QUIERE DIOS SEA CARMELITA. 29 LA MADRE ANGÉLICA TERESA DEL SMO. SACRAMENTO 29.1 LA IMPORTANCIA Y LA INFLUENCIA QUE TUVO EN JUANITA
FERNÁNDEZ SOLAR 29.2 CARTAS A LA REVERENDA MADRE ANGÉLICA TERESA 30 EN
EL CARMELO, EL CIELO EN LA TIERRA DE TERESA DE LOS ANDES 30.2 DESEOSA DE TRANSMITIR SU EXPERIENCIA DE DIOS EN EL
CARMELO. 30.3 MIS ESFUERZOS TODOS SE DIRIGEN A SER UNA SANTA
CARMELITA. 30.5 LA VOCACIÓN DE LA
CARMELITA ES TODA FUNDADA EN EL AMOR. 31.1 SANTA TERESA DE JESÚS
Y LOS CONFESORES 31.3 EL SACRAMENTO DE LA
PENITENCIA, RECONCILIACIÓN Y LA DIRECCION ESPIRITUAL 31.4 SU RELACION CON LOS
SACERDOTES 32.1 LAS CARTAS SON UN
VERDADERO AUTORRETRATO DE SU ALMA. 32.2 CARTAS AL PADRE JOSÉ
BLANCH. 32.3 CARTAS AL PADRE
JULIÁN CEA, CMF. 32.4 CARTAS AL P. ARTEMIO
COLOM, S.J. 32.5 PRIMERA Y ÚNICA CARTA
AL PADRE ANTONIO Ma FALGUERAS. 33.1 QUE TODOS SEAN
SEGUIDORES DE JESUCRISTO SIN DOBLEZ. 33.2 OFRECIMIENTO POR LOS
SACERDOTES, PARA QUE SE SANTIFIQUEN. 34 CAMINO
A LOS ALTARES, CRONICA DEL PROCESO DE CANONIZACIÓN. 34.2 LA CONVICCIÓN DE QUE
ELLA YA ES SANTA Y QUE DEBE INICIARSE EL PROCESO DE BEATIFICACIÓN. 36 POESIA
DEDICADA A SANTA TERESA DE LOS ANDES 1
AGRADECIMIENTOS
A la mística Santa Teresa de Jesús de Los Andes, mi
hermana espiritual desde mi juventud, por revelarme los secretos de su camino
a lo Alto del Monte, “Donde Mora la Gloria y la Honra de Dios”. A las Madres Carmelitas Descalzas (de Chile)
Monasterio del Espíritu Santo de Los Andes, Sagrado Corazón de Jesús de Viña
del Mar, San Rafael de Santiago, Santísima Trinidad, Lagunillas-Casablanca
que me animaron a dar conocer cada vez más a Santa Teresa de Jesús de Los
Andes. A las Madres Carmelitas Descalzas (de Chile)
Monasterios Santa Teresa de Talca, Jesús, María y José de San Bernardo, Santa
María Madre de la Iglesia de Puangue, A las Madres Carmelitas Descalzas de
Bani (República Dominicana), La Habana (Cuba), Toro, Guecho, Zaragoza,
Valladolid y Medina del Campo en España, con las que tuvimos jornadas de
Santa Teresa de Jesús de Los Andes. A los Frailes Carmelitas Descalzos de Chile que me
animaron en esta tarea. A los Frailes Carmelitas Descalzos de la Provincia
de San Joaquín de Navarra y la Provincia Ibérica en España, que me siguen animando a dar a
conocer a Santa Teresa de Los Andes. A mis amigos y hermanos Carmelitas Seglares de
Panamá, Costa Rica, Cuba, Santo Domingo y España, que por esta tarea estamos
siempre en comunión de oraciones. A Lola Poveda Piérola, mi buena amiga que se dio la
gran tarea de leer todo este libro y me aconsejo como prepararlo. Al “CITES”, Universidad de la Mistica de Ávila, que
se ha esforzado en preparar y fomentar Talleres para exponer sobre la Vida y
Obra de Santa Teresa de Los Andes. 2 PRESENTACIÓN
Este texto, es una presentación
pedagógica y cercana de la vida, testimonio y mensaje de Santa Teresa de Jesús
de los Andes. Presenta un desarrollo progresivo, según el crecimiento de
Teresa, en la comprensión e identificación con Cristo. El lenguaje es
sencillo y de fácil lectura y da pie a profundizar en el tema según los
grupos con que se trabaje y aún en la lectura personal. Es fiel al desarrollo
espiritual seguido al ritmo de sus textos, especialmente de la misma santa, y
con el adecuado apoyo en los estudios que se han hecho los escritos. Fr.
Rómulo Cuartas Londoño OCD Durante el Congreso de Santa Isabel de la Trinidad,
en el CITeS, Ávila, noviembre de 2016, Pedro Donoso Brant me facilitó el
manuscrito de este libro para que le diera mi opinión. Me parece que es buen
libro y creo que ayudará mucho a los lectores para conocer a esta joven santa
carmelita chilena. Fr. Ciro García OCD Ávila, noviembre de 2016 Pedro Donoso Brant, es un incansable presentador de santa Teresa de Los
Andes. Y esta vez ha tomado la ruta de san Juan de la Cruz, para decirnos que
nuestra santa chilena siguió el sendero sanjuanista, para llegar a la cima
del monte de la perfección. Ese monte lógicamente va a ser la subida a la
altura del Monte Carmelo, "donde solo mora la gloria y honra de
Dios". Pedro ha recorrido la vida y las obras de Teresa de Los Andes y
ha ido colocando sus senderos, sus indicaciones, sus flores, sus espinas, sus
alegrías y sus amores, mirando al Monte de la perfección. Y sabe que en ese
monte la "gloria y la honra de
Dios" se traducen en amor. Y sabe también que Dios es un amor que se da.
No exige amor, da amor, provoca amor. Pedro sigue predicando y presentando a
nuestra hermana Teresa de Jesús Los Andes. Ella tiene mensaje para amar a
Dios, en la cima del monte de la perfección de Juan de la Cruz, para todos
los caminantes buscadores de Dios, para fundirse en un abrazo eterno. Fr. Félix Málax OCD. Vitoria, España 2019 En 2019 se han
cumplido cuarenta años de mi llegada a Chile, aunque en estancias siempre
relativamente cortas. He estado en el Santuario de Santa Teresa de los Andes
y he constatado lo que su presencia significa en las peregrinaciones que no
cesan. Reconozco que, como laica, nunca me sentí atraída por su breve vida y
su fugaz partida carmelitana. Pero leyendo en Juan de la Cruz que el estilo
del hacer de Dios es “de una vez y para siempre” y el del hombre el ir “paso
a paso”, volví de nuevo la mirada hacia esta santa transandina. Y ahí estaban
los textos de Pedro Donoso, desplegando el calidoscopio de un ser, en verdad,
poco común. Ha sido a través de esta abundante selección de su Diario y Cartas que Pedro, generosamente, nos ofrece, donde he encontrado
el motivo de su atracción: en ella «la inmediatez» de Dios y su breve «paso a
paso» coinciden. Envidiable. Eco, sin duda, del «humano y divino junto» de la
gran Teresa de Jesús que se ha prolongado en esta no menos grande Teresa de
Jesús de los Andes. Espero que este texto siga “engolosinándonos” en el
universal camino “de la unión con Dios” que, como vocación humana, los santos
del Carmelo tan bien han conocido, vivido y mostrado. Lola Poveda 3 PROLOGO
3.1
“DONDE
MORA EN ESTE MONTE LA GLORIA Y HONRA DE DIOS”[1]
Santa Teresa de Los Andes Subió
a Morar en la Casa De Dios
Canta el salmista; “Una
cosa he pedido al Señor, una cosa estoy buscando: morar en la Casa del Señor,
todos los días de mi vida, para gustar la dulzura de Dios”[2] Me parece que el
salmista desea la misma dulzura de amor a que se refiere San Juan de la Cruz
cuando dice; “como tienen el paladar de la voluntad sano y el espíritu limpio
y bien dispuesto para Dios, y en lo que está dicho se les da a gustar algo de
la dulzura del amor”. [3] Canta el salmista; “Sí,
dicha y gracia me acompañarán todos los días de mi vida; mi morada será la
casa del Señor a lo largo de los días”.[4] También canta; “Señor,
la belleza de tu Casa, el lugar de asiento de tu gloria”.[5] San Juan de la Cruz
anota en la cima de su grafico del Monte, “Donde mora en este monte la gloria
y honra de Dios”. Dice el Señor; “No se
turbe vuestro corazón. Creéis en Dios: creed también en mí. “En la casa de mi
Padre hay muchas mansiones; si no, os lo habría dicho; porque voy a
prepararos un lugar”.[6] Esta es una dosis de
optimismo de Cristo para sus discípulos, que no haya “turbación” para que no
les llegue la desorientación, que nada les espante y no erren él camino. Y si
“creéis en Dios, creed también en mí”. dice el Señor, que “crean” en El cómo
el Hijo de Dios. La enseñanza no es que el cielo sea para unos pocos; tiene
una inmensa capacidad; allí cabemos todos. Precisamente Él va al cielo como
Hijo a la casa de su Padre, va a “prepararnos un lugar”. Con referencias a esta
mansiones o moradas, acota San Juan de la Cruz en Cantico Espiritual que “allí están todos
los manjares, esto es, todas las grandezas que puede gustar el alma”[7] y en Llama de amor señala; “De donde
podemos decir que cuantos grados de amor de Dios el alma puede tener, tantos
centros puede tener en Dios, uno más adentro que otro; porque el amor más
fuerte es más unitivo, y de esta manera podemos entender las muchas mansiones
que dijo el Hijo de Dios[8] haber en la casa de su
Padre”.[9] Santa
Teresa de Jesús de Los Andes, tomo el camino para subir a lo Alto del Monte.
Canta el salmista; “clamo
hacia el Señor, y él me responde desde su santo monte[10] y también canta; “¿quién
morará en tu tienda?, ¿quién habitará en tu santo monte?”.[11] En el argumento de Subida
del Monte Carmelo, antes de exponer su canción de “Noche Oscura”, San Juan de
la Cruz dice que; “Toda la doctrina que entiendo tratar en esta Subida del
Monte Carmelo está incluida en las siguientes canciones, y en ellas se contiene
el modo de subir hasta la cumbre del monte, que es el alto estado de la
perfección, que aquí llamamos unión del alma con Dios”. En que canta el alma
la dichosa ventura que tuvo en pasar por la oscura noche de la fe, en
desnudez y purgación suya, a la unión del Amado. Canta el salmista;
“¿Quién subirá al monte del Señor?, ¿quién podrá estar en su recinto santo?
El de manos limpias y puro corazón, el que a la vanidad no lleva su alma”. [12] No me cabe la menor duda
que Santa Teresa de Jesús de los Andes, tomo el camino para subir a lo alto del Monte, para vivir eternamente
en ese recinto santo, joven de manos limpias y pura de corazón. Ciertamente
que ella fue un alma que podía decir cómo su Santo Padre San Juan de la Cruz
al Esposo “Vámonos a ver en tu hermosura, al monte, es decir: transfórmame y
aseméjame en la hermosura de la Sabiduría divina, que, como decíamos, es el
Verbo Hijo de Dios”.[13] En Subida a Monte Carmelo
dice el Santo que si el alma persevera fiel y desprendida, el Señor irá
dándole más y más, promocionando gradualmente hasta la divina unión y
transformación, así lo enuncia; “En las cuales mercedes, si todavía el alma
fuere fiel y retirada, no parará el Señor hasta subirla de grado en grado
hasta la divina unión y transformación”.[14] Pero para llegar a esta
unión, deberá pasar de grado en grado (cada grado es una etapa) de mansión en
mansión que son siete, hasta que la meta en la bodega de vino[15] de su perfecta caridad,
que son los siete grados de amor. [16] Subir
al Monte para hablar a Dios
San Juan de la Cruz, nos
ha presentado un monte que es el “Monte de Dios”, “Donde mora en este monte
la gloria y honra de Dios”. En el capítulo 5 de Subida
del Monte Carmelo, San Juan de la Cruz nos habla de lo necesario que es
para el hombre subir a hablar a Dios y como debe subir desprendido de todo,
no llevar consigo nada, nada. Aquí pone el ejemplo de Moisés tomando el
mandato que le hace Dios; “Prepárate para subir mañana temprano al monte
Sinaí; allí en la cumbre del monte te presentarás a mí. Que nadie suba
contigo, ni aparezca nadie en todo el monte. Ni oveja ni buey paste en el
monte.[17] Antes de subir al monte
y comunicarse con Dios, Moisés debe desprenderse de todo, debe subir solo, no
debe llevan nada, nada. Con “suma desnudez y vacío de espíritu”,[18] vacío de todo lo que no
es necesario para ser acogido por Dios. Más adelante el santo
hace una síntesis, todo hombre que quiere subir a este monte a hacer de sí
mismo altar en él, en que ofrezca a Dios sacrificio de amor puro y alabanza y
reverencia pura, que, primero que suba a la cumbre del monte, ha de haber
perfectamente hecho las dichas tres cosas. Lo primero, que arroje todos los
dioses ajenos, que son todas las extrañas aficiones y asimientos. Y lo
segundo, que se purifique del dejo que han dejado en el alma los dichos
apetitos con la noche oscura del sentido que decimos, negándolos y
arrepintiéndose ordinariamente. Y lo tercero que ha de tener para llegar a
este alto monte es las vestiduras mudadas.[19] La cúspide del monte es
la cima de las aspiraciones humanas en la búsqueda y encuentro de Dios. (Fr.
Efrén de la Madre de Dios OCD). “Decía el Santo Padre San
Juan de la Cruz: “Si el hombre busca a Dios, mucho más le busca su Amado a
él”.[20] Santa Teresa de Los
Andes, fue una joven que se entregó de
verdad a Dios, y no se resistió a su llamado ni menos a su encuentro. Ella
nos invita a guiarnos por la fe, la esperanza y el amor de Dios, que es
“Alegría Infinita” y con esa dulzura que tuvo, nos anima a subir a lo Alto
del Monte Donde mora en este monte la gloria y honra de Dios. Pedro Sergio
Donoso Brant 4 VIDA DE SANTA TERESA DE LOS
ANDES
4.1
CRONOLOGÍA DE LA VIDA Y SU CAMINO A LOS
ALTARES.
1900 13 de julio: Juanita Fernández Solar
nace en Santiago de Chile, en la residencia de su abuelo materno, calle Las
Rosas 1352. Hija de don Miguel Fernández Jaraquemada y de doña Lucía Solar
Armstrong de Fernández. 15 de julio: Es bautizada en la
Parroquia de Santa Ana por el Presbítero Baldomero Grossi. Sus padrinos son
don Salvador Ruiz-Tagle García Huidobro y doña Rosa Fernández de Ruiz-Tagle
(hermana de don Miguel). La familia veranea en la Hacienda de
Chacabuco descansando largas temporadas hasta 1917. 1906 Juanita asiste al colegio de las
Teresianas en la calle Santo Domingo, sólo acude un mes. Allí aprende leer.
Juanita desea comulgar, lo que no le permiten por su corta edad. 16 de agosto: un terremoto destruye
Valparaíso y Viña del Mar. 1907 Juanita ingresa al colegio ubicado en la
Alameda, el Externado del Sagrado Corazón en Santiago. Su director espiritual
es el Padre Artemio Colom, jesuita. 13 de mayo: fallece su abuelo materno
don Eulogio Solar Quiroga. • Rematan la Hacienda de Chacabuco, doña Lucía se
queda con una hijuela, la de “Los Baños”. La familia Fernández Solar se traslada a
la calle Santo Domingo 1652. Juanita promete rezar todos los días el
rosario. Ella hace su primera confesión. 1909 Confirmación y
Primera Comunión 22 de octubre: Juanita recibe el
sacramento de la confirmación. 1910 11 de septiembre: Juanita hace su
primera comunión. 12 de octubre: nace su hermano Ignacio. Los Fernández se cambian de residencia a
la calle Ejército 475. 1914 Lee Historia de un alma a Teresita
del Niño Jesús Diciembre: ataque de apendicitis. Juanita siente el primer llamado al
Carmelo. 1915 A mediados de año ingresa al internado
del Sagrado Corazón de Maestranza con su hermana Rebeca. 8 de diciembre: Juanita hace por la
primera vez voto de castidad, prometiendo “no admitir otro Esposo sino a mi
Señor Jesucristo, a quien amo de todo corazón y a quien quiero servir hasta
el último momento de mi vida”. 1916 15 de abril: Juanita revela a Rebeca el
secreto de su vocación. 1917 3 de enero: ofrece su vida a Dios por
salvar a su hermano Lucho de sus dudas religiosas. 22 de febrero: al fin de las vacaciones
de verano, Juanita deja Chacabuco por la última vez. Lee libro de la Vida de Santa Teresa
de Jesús Nuevo director espiritual: Padre José
Blanch, claretiano. Abril: encuentro con el P. Blanch que le
habla del Carmelo de Los Andes donde han fallecido 3 hermanas. Juanita tiene
la convicción de que el Señor la llama a entrar en este Carmelo. 15 de junio: recibe la Medalla de Hija
de María (distinción máxima de su colegio). Se remata la hijuela de Chacabuco.
Cambia de residencia: Vergara 92. Julio: Juanita lee a Sor Isabel de la
Trinidad. Agosto: hace confesión general, le
aseguran que nunca ha cometido pecado mortal. 5 de septiembre: escribe por primera vez
a la Priora de Los Andes, expresándole sus deseos de ser carmelita. Pide
fortaleza a Dios para superar las dificultades para entrar al Carmelo: salud
débil, incomprensión familiar y problemas económicos para obtener la dote. 15 de noviembre: gracia mística. Jesús
abre su corazón a Juanita, le revela su amor y le dice que le ha escogido
como víctima. Diciembre: obtiene numerosos premios en
el colegio. 1918 Juanita veranea en Algarrobo: Forma un
coro para la capilla y hace catecismo. 12 de agosto: se casa su hermana Lucía.
Juanita la reemplaza como dueña de casa. 7 de septiembre: escribe a la priora de
Los Andes para que la admita en el convento. Recibe respuesta afirmativa. Lee Camino de Perfección de Santa Teresa
de Jesús. Es invitada a Cunaco,
al fundo de sus primas Valdés Ossa. Colabora en las misiones. Uno de les
sacerdotes misioneros la ve en éxtasis en la capilla. Dudas al respecto de su vocación:
¿Carmelita o religiosa del Sagrado Corazón? 1919 11 de enero: en compañía de su madre
viaja a Los Andes a entrevistarse con la priora. Desde ese momento sus dudas
desaparecen. Lee a San Juan de la Cruz 27 de enero: Lee en la mañana la
"Suma Espiritual" de San Juan de la Cruz 25 de marzo: Solicita permiso a su padre
para irse al Carmelo. 6 de abril: su padre, conmovido, le
concede el permiso. Abril: Juanita se prepara para ingresar
al Carmelo; pero sufre lo indecible por tener que abandonar a su familia que
ella tanto ama. 7 de mayo: ingresa al monasterio de Los
Andes. Cambia su nombre por el de Teresa de
Jesús. Sufre la separación de los suyos, pero experimenta también paz y
alegría por haber abandonado todo y a todos por amor a Cristo. Cumple la Regla del Carmelo con humildad
y amor. Se ofrece para realizar las labores más molestas y hasta las más
desagradables. Sus cartas irradian felicidad; ellas
arrastrarán a muchas amigas a la vida religiosa. 14 de octubre: toma el hábito de
Carmelita Descalza, comenzando su noviciado. Teresa, que tiene un vínculo espiritual
fuerte con su priora, sufre de la incomprensión y de las numerosas
correcciones de la hermana pedagoga (que ayuda a la priora para el noviciado).
Varias pruebas espirituales: tentaciones
del demonio, sequedades en la oración. Teresa sigue en el don de sí misma a
Cristo en la fidelidad a cumplir la Regla del Carmelo. 8 de diciembre: voto de esclavitud
mariana (hecho con sor Isabel de la Trinidad). 1920 Primeros días de marzo: Teresa asegura
al Padre Avertano, confesor de la comunidad, que
dentro de un mes morirá. Pide licencia para hacer penitencias
extraordinarias. El confesor no le permite y le dice que siga observando la
Regla. 14 de marzo: visita del P. Blanch.
Teresa le pide con insistencia recuperar y quemar su Diario que ella había dejado a su madre (lo que no será hecho). 1° de abril: Jueves Santo. Teresa
empieza su Vía Crucis siguiendo a Cristo. Pasa casi todo el día en el coro
hasta la una de la madrugada del día siguiente. 2 de abril: Viernes Santo. Al alba parte
al coro. A mediodía reza el Vía Crucis y participa en el ejercicio de las
Tres Horas. Su maestra la sorprende con el rostro encendido por la fiebre. 3 de abril: Teresa sufre terribles
dolores. 5 de abril: pide confesarse y comulgar.
Sufre terribles tentaciones de desesperanza; el demonio trata de persuadirla
que es rechazada por Dios por razón de sus pecados. 6 de abril: llega su madre con una
licencia del Nuncio apostólico para que Teresa pueda salir de la clausura del
monasterio para ir en un hospital en Santiago. Pero la priora responde que
Teresa no aceptaría la perspectiva de morir fuera del monasterio (y así fuera
de la Orden del Carmelo, ya que era novicia). La madre de Teresa entiende que
el Señor le pide la ofrenda de su hija. 7 de abril: Teresa hace profesión
religiosa in articulo mortis. Los médicos diagnostican un tifus avanzado.
Teresa comulga por la última vez. 12 de abril: Teresa fallece a las 19:15. 14 de abril: funerales de Teresa. La
capilla del convento es invadida por la gente de Los Andes. Dicen que vienen
para ver la santita que se ha muerto de amor. Teresa es sepultada en el
cementerio del convento. 23 de noviembre: Rebeca, hermana de
Teresa, ingresa al Carmelo de Los Andes, entendiendo que el Señor le pide
para tomar el lugar dejado por Teresa. Toma el nombre de sor Teresa del
Divino Corazón. Fallecerá el 31 de diciembre de 1942 con fama de santidad. 5
“UNA
LLAMADA QUE SE HACE EXISTENCIA”
5.1
UN
LIRIO EN EL CARMELO
De
los cinco libros que he preparado para celebrar el “Centenario de su partida
al cielo”, este es el primero que inicié, no obstante lo dejé para el final.
Confieso que me he edificado mucho estudiando la doctrina y el mensaje
espiritual de Teresa de Jesús de Los Andes. Cuando
fui un adolescente, a los 14 años[21],
mi padre me envió a estudiar internado a una escuela localizada en la
Hacienda San Vicente, que está a las afueras de la ciudad de Los Andes y cada
fin de semana pasaba obligadamente por las puertas del antiguo Monasterio del
Espíritu Santo. Mi padre me encargaba que antes de ir a la escuela, pasara a
saludar a Sor Teresa de Jesús. Esta fue la primera aproximación que tuve con
la que hoy es nuestra primera santa chilena. Tuve
en aquella oportunidad la felicidad de recibir un ejemplar de un resumen de
la vida de Sor Teresa, “Un Lirio en el Carmelo”, que me lo paso a modo de
préstamo una religiosa, para consolarme por no poder entrar a la capilla
debido a la hora que era. El librito, se desarmaba casi por completo, parecía
que había pasado por muchas manos, porque la religiosa me encargo; cuando
termine de leerlo me lo devuelves para que otra persona lo lea. No había en
esa época, máquinas para hacer una copia y no tenía en ese minuto la voluntad
para escribir una copia en un cuaderno, algo que alguien me propuso. Con
todo, con lo que leí, recuerdo que me dejo un gran interés por conocer más el
camino de amistad que ella hizo con Jesús y su intimidad con Dios, por lo que
he atesorado todos estos años, al ser un lector asiduo a sus escritos. Diario y Cartas,
un baúl de sorpresas.
Es
así, como creo que el Diario y Cartas de Teresa de Los Andes, son un
baúl de sorpresa que atrapa el corazón de todos los que nos hemos aproximado
a sus escritos y es así como me he animado en este libro para compartir mis
reflexiones de lo que me dice ella con sus palabras. Nota sobre este
libro.
Temática Para
este libro he seleccionado los temas que me parecen interesante para conocer
el camino a lo Alto del Monte de Santa Teresa de Los Andes. Todos fueron
partes de talleres, retiros y reflexiones con Madres Carmelitas Descalzas,
Frailes Carmelitas, Seglares Carmelitas y personas interesadas en conocer a
esta joven santa carmelita. Las ciudades donde he dado estos talleres han
sido en La Habana (Cuba), Ciudad de Panamá, (Panamá); Bani y Santo Domingo
(República Dominicana); Puangue, San Bernardo y Talca (Chile); Medina del
Campo, Valladolid, Toro, Vitoria, Pamplona, Bilbao, Zaragoza y Ávila en
España. Algunas
reflexiones escritas en este libro
están más de una vez, pero cada una está en lo posible en el contexto
del tema que se relata. ¿Juanita Fernandez
Solar o Teresa de Jesús de Los Andes? Juanita
y Teresa son dos nombres de la misma persona. Desde que entró en el convento,
siguiendo la costumbre tradicional, cambio su nombre llamándose Teresa de
Jesús. Finalmente para distinguirla de Santa Teresa de Jesús (Ávila) y de
Santa Teresita de Lisieux, se la conoce ahora como Santa Teresa de Jesús de
los Andes. En este libro, utilizo los dos nombres. La
Santa también según la época de sus escritos, firma sus cartas como Juana,
Juan H de M (Hija de Maria), Teresa de Jesús y Teresa de Jesús carmelita. 6 SE HA CONVERTIDO EN "LUZ EN
EL SEÑOR”
"La mirada
de Dios no es como la mirada del hombre, pues el hombre mira las apariencias,
pero el Señor mira el corazón (1 Samuel 16, 7). Santa Teresa de
Jesús de Los Andes es una joven maestra para el alma de muchos jóvenes de
hoy, que todos los años peregrinan en gran número hasta su santuario con una
alegría que emociona. Se han hecho cálculos de en la peregrinación anual,
caminan más de 50.000 jóvenes a lo largo de casi 30 km. Teresa, con su
ejemplo de vida, nos hace ver como Dios transforma el corazón cuando le
dejamos habitar en él. Necesidad de difundir sus escritos.
Me parece conveniente
difundir sus escritos, Diario y Cartas, ya que en ellos podemos
descubrir una notable doctrina espiritual que es una lección para todos los
que deseamos ir a la zaga de Nuestro Señor Jesucristo. No obstante, es necesario
aclarar que Teresa de los Andes, no es una escritora profesional y todo
cuanto escribió, no lo hizo para dar a conocer al mundo su espiritualidad,
puesto que incluso tenía dentro de sus planes destruir su Diario, y
así se lo pidió a su confesor el Padre Blanch poco antes de morir. Gracias a Dios, esto no ocurrió y su madre
lo guardó respetuosamente e incluso no lo leyó. Es así, como
para esta ocasión preparé una selección de los párrafos de la vida de Santa
Teresa de los Andes que más me han impresionado. Me pareció adecuado escribir
sobre ella, comentar su vida y dejar que ella misma hable. Eso es lo que
trate de hacer y que ahora comparto en este libro. El Diario,
la historia de su alma.
El Diario[22] de Teresa de Los Andes es
la historia de su alma y lo comenzó a escribir el 2 de septiembre de 1915, a
la edad de 15 años. Ella se lo dedica a la Madre Julia Ríos, religiosa del
colegio del Sagrado Corazón donde hizo sus estudios secundarios. Escribe Teresa: “Madre querida:
Ud. cree que se va a encontrar con una historia interesante. No quiero que se
engañe. La historia que Ud. va a leer no es la historia de mi vida, sino la
vida íntima de una pobre alma que, sin mérito alguno de parte de ella,
Jesucristo la quiso especialmente y la colmó de beneficios y de gracias. La
historia de mi alma se resume en dos palabras: "Sufrir y amar".[23] Cartas, autorretrato
de su alma.
Las “Cartas” o el “Epistolario de Teresa de Los Andes contienen 164
escritos. Se sabe que 118 son originales y el resto son copias rescritas por
su hermana menor Rebeca cuando también era ya monja carmelita. Cabe destacar, que este
epistolario es más que suficiente para conocer cómo fue Teresa, una joven
sensible, humana y muy espiritual. Ambos documentos, Diario y Cartas,
son un verdadero autorretrato de su alma, es decir, ella nos dejó en cada
frase escrita, un fascinante retrato de ella misma. En efecto, las páginas
escritas por Teresa la reflejan tal como fue, una joven pura, sensible,
afectuosa, con un trato muy tierno hacia todas las personas a las que
escribió, su familia, amigas y confesores. Canonizada por
Juan Pablo II, "Luz en el Señor".
Beatificada por
Juan Pablo II en Santiago de Chile el 3 de abril de 1987, fue canonizada el
21 de marzo de 1993 por el mismo Juan Pablo II en San Pedro, Roma. Ese día,
IV domingo de Cuaresma, en la homilía dedicada a Teresa de Los Andes, el Papa
comentó sobre el evangelio de San Juan, donde Jesús no dice: “Yo soy la luz
del mundo" (Jn 8, 12) El que me siga… tendrá la luz de la vida" (Jn
8, 12) Y El Apóstol (segunda lectura del día): "sois luz en el Señor.
Vivid como hijos de la luz". (Ef. 5, 8). El papa dijo
que esta hija de la Iglesia se ha convertido en "luz en el Señor",
que esta hija de la luz se distinguió como testigo de Cristo en el nuevo
mundo (América). Era el año que se celebraba el V Centenario de la
evangelización del gran continente americano. Dijo el Papa:
“recogemos una flor espléndida suscitada por la buena nueva y por la gracia
del santo bautismo entre las poblaciones de esa "tierra nueva"… y
añadió: “Luz de Cristo para toda la Iglesia chilena es Sor Teresa de Los
Andes, Teresa de Jesús, carmelita descalza y primicia de santidad del Carmelo
teresiano de América Latina”. Comparando el
relato de la primera lectura de ese domingo IV de Cuaresma, Libro de Samuel,
dijo el Papa que la figura de Teresa sobresale no por "su apariencia ni
su gran estatura". "La mirada de Dios – nos dice el libro sagrado –
no es como la mirada del hombre, pues el hombre mira las apariencias, pero el
Señor mira el corazón (1 Sam 16, 7). Por eso, en su
joven vida de poco más de 19 años, en sus once meses de carmelita, Dios hizo
brillar en ella de modo admirable la luz de su Hijo Jesucristo, para que
sirva de faro y guía a un mundo que parece cegarse con el resplandor de lo
divino. A una sociedad secularizada, que vive de espaldas a Dios, esta
carmelita chilena, que con vivo gozo presento como modelo de la perenne
juventud del Evangelio, ofrece el limpio testimonio de una existencia que
proclama a los hombres y mujeres de hoy que en el amar, adorar y servir a
Dios están la grandeza y el gozo, la libertad y la realización plena de la
criatura humana. La vida de la bienaventurada Teresa grita calladamente desde
el claustro: ¡Sólo Dios basta! Y lo grita
especialmente a los jóvenes, hambrientos de verdad y en búsqueda de una luz
que dé sentido a sus vidas. A una juventud solicitada por los continuos
mensajes y estímulos de una cultura erotizada, y a una sociedad que confunde
el amor genuino, que es donación, con la utilización hedonista del otro, esta
joven virgen de Los Andes proclama hoy la belleza y bienaventuranza que emana
de los corazones puros. [24] Amar, sufrir, orar, servir.
Juan Pablo II
continúa destacando en su homilía que, en su tierno amor a Cristo, Teresa
encuentra la esencia del mensaje cristiano: amar, sufrir, orar, servir. En el
seno de su familia aprendió a amar a Dios sobre todas las cosas. Y al
sentirse posesión exclusiva de su Creador, su amor al prójimo se hace aún más
intenso y definitivo. Así lo afirma en una de sus cartas: "Cuando
quiero, es para siempre. Una carmelita no olvida jamás. Desde su pequeña
celda acompaña a las almas que en el mundo quiso" (Carta, agosto 1919). Su encendido
amor lleva a Teresa a desear sufrir con Jesús y como Jesús: "Sufrir y
amar, como el cordero de Dios que lleva sobre sí los pecados del mundo"
– nos dice –. Ella quiere ser hostia inmaculada ofrecida en sacrificio
continuo y silencioso por los pecadores. "Somos corredentoras del mundo
– dirá más adelante – y la redención de las almas no se efectúa sin
cruz" (Carta, septiembre 1919). La joven santa
chilena fue eminentemente un alma contemplativa. Durante largas horas junto
al tabernáculo y ante la cruz que presidía su celda, ora y adora, suplica y
expía por la redención del mundo, animando con la fuerza del Espíritu el
apostolado de los misioneros y en, en especial, el de los sacerdotes.
"La carmelita – nos dirá – es hermana del sacerdote" (Carta de
1919). Sin embargo, ser contemplativa como María de Betania no exime a Teresa
de servir como Marta. En un mundo donde se lucha sin denuedo (descanso) por
sobresalir, por poseer y dominar, ella nos enseña que la felicidad está en
ser la última y la servidora de todos, siguiendo el ejemplo de Jesús, que no
vino a ser servido sino a servir y a dar su vida en redención de muchos. (cf.
Mc 10, 45). Ahora, desde la
eternidad, santa Teresa de Los Andes continúa intercediendo como abogada de
un sin fin de hermanos y hermanas. La que encontró su cielo en la tierra
desposando a Jesús, lo contempla ahora sin velos ni sombras, y desde su
inmediata cercanía intercede por quienes buscan la luz de Cristo. Ese día del
tiempo de Cuaresma de la canonización, las palabras del Papa Juan Pablo II en
la homilía: “Cristo es la luz del mundo y quien lo sigue tendrá la luz de la
vida”, estaban muy bien dedicadas a Teresa de los Andes. ¿Qué méritos tiene para llegar a
los altares?
Viendo que
Teresa no hizo obras espectaculares ni alcanzó a cumplir los 20 años, muchos
se preguntan qué méritos tiene para llegar a los altares. Esos que se
preguntan, deben saber que la santidad - a la que todos los bautizados
estamos llamados- se alcanza tratando de cumplir siempre y en toda la
voluntad de Dios en el puesto que a cada uno le toca ocupar en la vida. No
es, pues, lo importante el papel o misión que uno tiene encomendado, sino con
el cariño y el amor con que lo desempeña. Es como otras jóvenes que llegaron
a la santidad, con pequeñas cosas, pero hechas con amor. Dios, dueño
absoluto de todo, no necesita de nuestras obras. Busca solamente nuestro
amor, porque -como nos hizo libres- podemos negárselo, prefiriendo nuestros
planes a los suyos. Y cómo podemos incluso estropear nuestras buenas obras
actuando egoístamente, no mira Dios su grandeza o pequeñez, sino el amor con
que las practicamos. Y así será, como dice nuestro santo padre San Juan de la
Cruz, “a la tarde de la vida, nos examinaran del amor”, del que supimos dar
en nuestra vida, en especial, a los que más nos necesitan. San Pablo
escribe a los Corintios (1 Cor 12 y 13) una carta
muy consoladora y estimulante para una buena mayoría de cristianos cuya
existencia se consume en situaciones muy penosas y difíciles, para que se
animen a ser fieles al Señor en los oscuros deberes de su rutinario vivir.
Porque, si han sido auténticos, verán a su hora las obras que han hecho por
Cristo más que muchos que ocuparon puestos de responsabilidad en la Iglesia e
hicieron obras llamativas, a pesar de que la historia les dedique muchas
páginas; por aquello de que, aunque uno traslade montañas o se deje quemar
vivo, si actúa sin amor, es decir interesadamente, buscándose a sí mismo, de
nada le sirve. Su camino a la santidad.
Algunos de sus
pensamientos, nos hablan de su camino a la santidad: “Quiero
que vivas siempre con Dios en el fondo de tu alma... Tienes que poseer a Dios
para darlo a las almas”.[25] “A
mí desde chica (pequeña) me decían que era la más bonita de mis hermanos”.[26] “En
1906 fue cuando Jesús principió a tomar mi corazón para Sí”. [27] “Jesús,
desde ese primer abrazo, no me soltó y me tomó para Sí. Todos los días
comulgaba y hablaba con Jesús largo rato. Pero mi devoción especial era la
Virgen. Le contaba todo. Sentía su voz dentro de mí misma”. [28] “En 1913 tuve una fiebre espantosa. Nuestro
Señor me llamaba para Sí. A los 14 años me envío una apendicitis, lo que me
hizo oír su voz querida, que me llamaba para hacerme su esposa más tarde en
el Carmelo”. [29] “Nos
dijeron que entraríamos de internas. Yo creo que jamás me acostumbraré a
vivir lejos de mi familia: mi padre, mi madre, esos seres que quiero tanto.
¡Ah!, ¡Si supieran cuánto sufro, se compadecerían! Sin embargo, me debo
consolar”.[30] “Todos
los días hago mi meditación y veo cuán gran ayuda es para santificarse. Es el
espejo del alma. ¡Cuánto se conoce en ella a sí misma!” [31] “Tomen la resolución de ser todo para
todos”. [32] 7
EL
CAMINO DE SANTA TERESA DE JESÚS DE LOS ANDES
7.1
ALCANZO
LA SANTIDAD SIENDO MUY JOVEN
Para muchos, Santa Teresa de Jesús de
Los Andes es una gran desconocida, para otros, un referente. Escribe Teresa: "Jesús, desde ese primer abrazo, no
me soltó y me tomó para Sí. Todos los días comulgaba y hablaba con Jesús
largo rato”.[33]
Teresa de Jesús de Los Andes, alcanzo
la santidad siendo muy joven, y su principal mérito, fue aceptar la voluntad
de Dios. A los 14 años el Señor le habló diciéndole que quería su corazón
para Él, dándole también la vocación al Carmelo. En todos sus escritos, nos
damos cuenta qué fue una carmelita enamorada de Cristo: "Cristo, ese loco de amor, me ha vuelto loca".[34]
Y su ilusión y su constante empeño fue asemejarse a Él, configurarse con
Cristo. Por eso, deseando llegar a ser una fiel copia suya, vivió decidida a
ir hasta el fin del mundo atravesando el fuego si hubiera sido preciso para
serle fiel, como ella misma lo dice; “aunque
tenga que atravesar el fuego, con Jesús lo pasaré, si tengo salud…pues es mi
salud lo que me hace temer…Si Jesús quiere que sea carmelita, me dará salud
para ello”.[35] Santa Teresa de Jesús de los Andes, fue
un joven que amó tiernamente a Jesús, como lo expresa a la Madre Angélica
Teresa, del Convento del Espíritu Santo, donde luego vivirá: “El
otro día, viendo el Santísimo manifiesto, me preguntaba por qué no nos volvemos
locas de amor por Él. ¡Ay, Madre, deseo tanto ser toda de Él,
entregarme enteramente! ... ¿Cuándo seré carmelita para vivir sino en El, y
por Él y para El?”.[36] Así es, como el Señor le habló
pidiéndole que quería su corazón sólo para Él, y animándola a la vocación al
Carmelo. Dentro de su preparación estuvo la
lectura de santos carmelitas como Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz
y Santa Teresita de Lisieux. También a partir de los 16 años, leyó mucha de
las cartas de Sor Isabel de la Trinidad y quiso seguir el mismo ideal de
Isabel, conquistar almas para Cristo. Isabel fue canonizada por el Papa
Francisco el 16 de octubre de 2016. A los 17 años expone su ideal carmelita
"sufrir y amar"[37]
y con ardor defiende su vida contemplativa, que el mundo "tacha de
inútil". Le ilusiona saber que su sacrificio servirá para mejorar y
purificar al mundo. Como Carmelita, no alcanzó a vivir ni
un año entero en el convento. Las religiosas aseguraban que había entrado ya
santa. De modo que, en tan corto tiempo, pudo consumar la carrera a la
santidad que había iniciado muy en serio mucho antes de su primera comunión. 7.2
VIDA
DE TERESA DE JESÚS LOS ANDES
Síntesis de su vida narrada por ella
misma
Escribe
en su Diario:[38] “Nací
en l900, el día 13 de julio. Mi mamá se llama Lucía Solar de Fernández y mi
papá Miguel Fernández Jara. Vivíamos
con mi abuelito, anciano ya. Se llamaba Eulogio Solar. Se puede decir que era
un santo, pues todo el día se le veía pasando las cuentas de su rosario. Jesús
no quiso que naciese como El, pobre. Y nací en medio de las riquezas,
regalona de todos. Yo
era la cuarta. La primera se llamaba Lucía, que tenía siete años, Miguel el
segundo, seis años y Lucho, el tercero, tenía tres años. Poco después nació
la Rebeca; con año y ocho meses de diferencia conmigo. Era yo, aunque tan
regalona, muy tímida. La Rebeca era lo contrario. Las dos éramos muy
regalonas. Hacíamos con mi abuelito lo que queríamos y le engañábamos con
besos y caricias. A mí, desde chica, me decían que era la más bonita de mis
hermanos y yo no me daba cuenta de ello” Desde sus 6 años, asistía con su madre
casi a Diario a la santa misa y
suspiraba por la Comunión, que recibió por primera vez el 11 de septiembre de
1910. Desde entonces procuraba comulgar diariamente y pasar largo rato en
diálogo amistoso con Jesús. También desde su niñez vivió una
intensa vida mariana que fue uno de los cimientos fuertes de su vida
espiritual. El conocimiento y amor de la Madre de Dios vivificó y sostuvo
todos los momentos de su camino en el seguimiento de Cristo. Hizo sus estudios en el colegio del
Sagrado Corazón (1907 - 1918). Profundamente afectiva, se creía incapaz de
vivir separada de los suyos. Sin embargo, asumió generosamente la prueba de
estudiar en régimen de internado los tres últimos cursos, como entrenamiento
para la separación definitiva, que consumaría el 7 de mayo de 1919,
ingresando en las Carmelitas Descalzas de Los Andes, ciudad que está a unos
70 km de Santiago de Chile y a los pies de la cordillera de los Andes. Cambia
su nombre y pasa a llamarse Teresa de Jesús, como la Santa Madre fundadora
del Carmelo Descalzo. Cinco meses después, el 14 de octubre del mismo año
toma el hábito de Carmelita Descalza. Muere el 12 de abril de 1920 a los 19
años y nueve meses. Alcanzo a vivir once meses en el Monasterio de las
Carmelita Descalzas. Partida al cielo.
Se tiene una idea de la causa de muerte
de Teresa de los Andes, hay quienes atribuyen que el origen viene de aguas
contaminadas de la huerta que había en el convento, entonces habría contraído
tifus, sin embargo, creo que esto habría que estudiarlo más, ya que no hay
antecedentes de otras monjas contaminadas. Pero también ya había entrado
débil de salud al convento. Hay antecedentes de que desde su apendicitis, no
gozaba de buena salud. En marzo de 1920, le confía a su
confesor P. Avertaro, que morirá dentro de un mes.
Después en Semana Santa, 2 de abril, cae enferma, pero ya antes sentía muy
mal, ahí se piensa que puede ser tifus. No obstante, ella continua su vida
como si estuviera bien, pues siguió todas las costumbres de su comunidad. El 5 de abril, solicita los sacramentos
de los enfermos, el 6 de abril hace su profesión religiosa” in articulo
mortis”, luego la trasladan a la enfermería, se dice que muy alegre, porque
hace bromas pidiendo respeto como nueva profesa. El 12 de abril, a las 19:15, partirá al
cielo con 19 años y 9 meses. La primera Carmelita americana.
Es la primera chilena
y la primera Carmelita americana que ha alcanzado el honor de los
altares. Ha sido, pues, muy oportuno que el Papa Juan Pablo II la canonizase,
porque una santa joven, enteramente normal y equilibrada, sencilla, alegre,
deportista, simpática y que amó y vivió plenamente la vida, es un regalo de
Dios para una sociedad como la nuestra, con un porcentaje muy elevado de
jóvenes. Como enamorada de Cristo, nos contagia a jóvenes y adultos de su
amor, que nos impulsa – como a Cristo – a obedecer incondicionalmente al
Padre y a vivir para los demás. Teresa de los Andes, nos convence de
que sólo a base de espíritu de superación y de esfuerzo maduraremos y nos
realizaremos como personas. También, olvidándose ella de sí misma y
sacrificándose por los demás, nos señala el camino que conduce al equilibrio
humano y a la verdadera felicidad. 8
LA
FAMILIA
“Tu esposa será como parra fecunda en
el secreto de tu casa. Tus hijos, como brotes de olivo en torno a tu mesa”.
(Sal 128,3) La fe cristiana en la familia, como signo vital.
La familia es una comunidad formada
para una vida de amor, cuyo propósito es llevar una vida plena y feliz. Pero
no siempre hay felicidad total y ello es producto de una serie de
dificultades para amarse plenamente entre los miembros de esa familia. Sin
embargo, me parece que todo es distinto cuando se tiene el ideal de custodiar
el amor familiar. Ahora, cuando las familias, fundan su
comunidad en la experiencia de una vida con los ojos puestos en Cristo, con
una participación en la vida de la Iglesia, fortalecido con la fe, la
esperanza y por sobre todo en la caridad, esta sostenida frente a cualquier
dificultad. Ningún padre puede argumentar que no
posee responsabilidad en incentivar la fe en la propia familia y no solo con
relación a sus hijos, sino que, a su esposa, esto es, entre ambos pueden
ayudarse y fortalecerse cada día en la fe, para vivir y transmitir ese amor a
los demás. Del mismo modo, a medida que los hijos se van formando, ellos
pueden ayudar a sus hermanos menores a vivir en la fe. En mi experiencia, creo que todo esto
nace bien cuando se hace imprescindible la oración en familia. En efecto,
cuando los niños ven rezar a sus padres, o cuando sus padres les enseñan a
rezar y los invitan a orar, por ejemplo, antes de dormir, a la hora de comer
o frente a las dificultades, están cultivando en el interior del alma de sus
hijos el amor a Dios. Otro aspecto de gran importancia y en
la cual los padres impactan a sus hijos, es hacerlos participar en el Sacramento
de la Eucaristía, y que además es el centro de la vida cristiana. Ciertamente
la familia que comparte la belleza de la Misa dominical, la escucha de la
Palabra, y los ritos de la liturgia juntos como familia, es una familia rica
en amor. En el caso de nuestra carmelita, la
familia ha sido su mejor escuela para vivir como cristianos y en el amor
familiar, la fe cristiana ha sido algo vital y ha influido fuertemente,
tanto, como llevar a decidir a esta joven Teresa a enamorarse tanto de
Cristo, que optó por hacerlo su eterno esposo. Ciertamente, ese profundo amor
familiar, es un factor importante, tanto, que a muchos hijos los motiva al
compromiso continuo por conquistar que muchos hombres y mujeres lleguen a
conocer a Cristo. Este artículo nos ayudara a conocer cómo fue Teresa de Jesús de Los Andes
en su relación con su familia. Su padre fue Don Miguel Fernández Jaraquemada. Nació en Santiago, el
17-09-1869, y falleció en Hualañé el 21-08-1923. Su madre fue Doña Lucía
Solar Armstrong, fallecida en Santiago el 12-04-1955. Se casaron en Santiago,
el 16-05-1892. De este matrimonio nacieron los hermanos de Juanita, Miguel,
Lucía, Luís y Rebeca, Juana. Miguel, fue poeta, casado con Isabel Moreno y tuvieron dos hijos María
Isabel, y Teresa. Lucía, se casó con Isidoro Huneeus y Guzmán, tuvieron dos
hijas, Luz y Laura. Luis, fue soltero y Rebeca religiosa. La historia de
su Alma.
Durante el año 1917, Juanita Fernández
Solar escribe su Diario y se lo
dedica a la Madre Julia de los Ríos, quien fue orientadora espiritual de las
alumnas del internado del Sagrado Corazón de Santiago. Y le habla a ella (a
la Madre Julia) de su vida. Es así como podemos conocer sobre su familia de
su propio relato.[39] “Madre querida: Ud. cree que se va a encontrar con una
historia interesante. No quiero que se engañe. La historia que Ud. va a leer
no es la historia de mi vida, sino la vida íntima de una pobre alma que, sin
mérito alguno de parte de ella, Jesucristo la quiso especialmente y la colmó
de beneficios y de gracias. La historia de mi alma se resume en dos palabras:
"Sufrir y amar". Aquí tiene mi vida entera desde que me di cuenta
de todo, es decir, a los seis años o antes. Yo sufría, pero el buen Jesús me
enseñó a sufrir en silencio y desahogar en El mi pobre corazoncito. Usted comprende,
Madre que el camino que me mostró Jesús desde pequeña fue el que recorrió y
el que amó; y como Él me quería, buscó para alimentar mi pobre alma el
sufrimiento. Mi vida se divide en dos períodos: más o menos desde la
edad de la razón hasta mi Primera Comunión. Jesús me colmó de favores tanto
en el primer período como en el segundo: desde mi primera comunión hasta
ahora. O más bien será hasta la entrada de mi alma en el puerto del Carmelo”.[40] Regalona de
todos. Mi familia.
Escribe Juanita un relato de su ambiente familiar y en especial la bella
imagen de su abuelito materno como hombre santo y juguetón con ella y su
hermana: “Vivíamos con mi abuelito, anciano ya. Se llamaba
Eulogio Solar. Se puede decir que era un santo, pues todo el día se le veía
pasando las cuentas de su rosario. Jesús no quiso que naciese como El, pobre. Y nací en
medio de las riquezas, regalona de todos. Yo era la cuarta. La primera se llamaba Lucía, que
tenía siete años, Miguel el segundo, seis años y Lucho, el tercero, tenía
tres años. En casa de mi abuelito vivía mi tía Juanita Solar con cuatro
niños. Ya se había muerto mi tío Luis Alberto Domínguez. El mayor de mis
primos tenía trece años y el menor cinco. Vivía también mi tía Teresa Vicuña,
con dos niños. Uno se había muerto chico. El mayor se llamaba Tomás Bernardo
(el nombre de mi tío). La segunda Teresita, tenía ocho años. También vivía mi
tío Francisco, que era soltero. Tenía 23 años. Poco después nació la Rebeca; con año y ocho meses de
diferencia conmigo. Era yo, aunque tan regalona, muy tímida. La Rebeca era lo
contrario. Las dos éramos muy regalonas. Hacíamos con mi abuelito lo que
queríamos y le engañábamos con besos y caricias. A mí, desde chica, me decían que era la más bonita de
mis hermanos y yo no me daba cuenta de ello…Mi carácter era tímido, de un
corazón muy sensible. Por todo lloraba, pero tenía un carácter sumamente
suave; yo jamás rabiaba con nadie”.[41] La imagen de
santo de su abuelito.
En el siguiente relato, Teresa nos muestra
el cariño que tenía por su abuelito, se trata de Don Eulogio Solar.[42] “Me acuerdo perfectamente cuando nos fuimos al fundo -a
Chacabuco- que estaba tan bien. Mi tía Teresa con los dos niños se fue con él
y con nosotros, de quien no se separaba. Todas las tardes nos hacía subir a caballo, sacando al
cara o sello quién sería la primera. Siempre salía la Rebeca. Estaba bien,
cuando una noche le vino el ataque de parálisis. Inmediatamente se lo trajo
mi tía por tierra a Santiago, donde luego le dijeron que estaba sin remedio.
Lo hacían sufrir con los remedios más terribles Al fin mi pobre viejito no
sabía cómo estaba. El 13 de mayo, día de su muerte, recibió los Sacramentos.
Llamó a sus hijos. Los aconsejó Al lado de su pieza estaba el oratorio.
Principió a decirse la misa cuando lo vieron que tenía una cara de espanto y
decía quítenlo y se cubría la cara con las manos. Eran las terribles
tentaciones del demonio. Mi mamá le echó agua bendita y se fue el diablo.
Después, lo tentó otra vez, y se fue para que su muerte fuera como su vida:
en paz. Al levantar en la Consagración la Santa Hostia su alma se voló al
cielo sin haberlo notado nadie. Parecía dormido. Su muerte fue la de un
santo. Como lo fue su vida”.[43] Me pasó aquí
una cosa digna de contarse.
Mas adelante en la misma nota, nos
relata un suceso que impacto mucho en su familia, porque hubo que hacer un
gran cambio de la forma de vida que hasta esa fecha llevaban. “Al poco tiempo remataron la casa y el fundo, que lo
dividieron en tres hijuelas. Con la hijuela del medio se quedó don Salvador
Huidobro; con la de la cuesta, mi tío Francisco, y [con] la de los Baños, mi
mamá. Con la casa de Santiago se quedó mi tío Eugenio. Nosotros nos cambiamos a la Calle Santo
Domingo casa como la otra, llena para mí de recuerdos muy gratos. Me
pasó aquí una cosa digna de contarse. En la noche cuando se nos apagaba la
luz del cuarto, pero todavía quedaba la luz del cuarto de mi mamita, yo veía
aparecer a mi tatacito a los pies de la cama de la
Rebeca; pero lo veía nada más que la mitad del cuerpo. Se me apareció ocho
días seguidos. Yo me moría de susto y me pasaba a la cama de la Rebeca. Desde
allí no lo veía. Cuando fuimos por última vez a Chacabuco, mi tía
Juanita me dio una Virgen de Lourdes de loza que había tenido siempre al lado
de mi cama, con tal que tomara un remedio. Me la tomé y me la dio. Esta es la
Virgen que jamás ha dejado de consolarme y de oírme”.[44] Por este tiempo
empieza mi devoción a la Virgen.
También, nos relata la influencia de su hermano Luis, a quien ella le
llama “Lucho” respecto a la devoción del Santo Rosario:[45] “Mi hermano Lucho me dio esta devoción, con la que he
estado y estaré, como lo espero hasta mi muerte. Todos los días Lucho me
convidaba a rezar el rosario, e hicimos juntos la promesa de rezarlo toda la
vida; la que he cumplido hasta ahora. Sólo una vez, cuando estaba más chica,
se me olvidó. Nuestro Señor, desde aquí, se puede decir, me tomó de
la mano con la Santísima Virgen. Desde este período mi carácter se puso
iracundo, pues me daban unas rabietas feroces; pero eran muy de lejos.
Después nadie me sacaba de paciencia. Los niños, mis hermanos, lo hacían a
propósito. Me decían muchísimas cosas para hacerme rabiar, pero yo seguía
como [si] no los oyera. Por esto mi mamá me hizo regalona; pero después,
cualquiera cosa que me contrariaban me ponía a llorar y me daban llantos
histéricos. La Virgen me ayudó a limpiar mi corazón de toda
imperfección.
Cuando nos fuimos a Chacabuco, fue con nosotros una prima
de mi mamá que no me podía pasar, y la Rebeca era la regalona. Con esto
sufría como no es posible imaginar; pero yo con ella era terrible, no le
soportaba nada. En 1907 entramos al colegio. Ud. puede saber, Madre, lo
que la incomodamos con nuestro carácter. Muy bien nos acordamos cuando mi
mamá le contaba las peleas que teníamos con mis hermanos y Ud. nos llamaba y
nos hacía ponernos bien. Desde esta época es cuando Nuestro Señor me mostró el
sufrimiento Mi papá perdió una parte de la fortuna. Así es que tuvimos que
vivir más modestamente. Yo cada día pedía permiso a mi mamá para hacer mi Primera
Comunión. Hasta que accedió en 1910. Y empecé mi preparación. Me parecía,
querida Madre, que ese día no llegaría jamás y lloraba de deseos de recibir a
Nuestro Señor. Un año me preparé para hacerlo Durante este tiempo la Virgen
me ayudó a limpiar mi corazón de toda imperfección”.[46] Yo modifiqué mi
carácter por completo
Mas adelante escribe: “En el mes del Sagrado Corazón (¿1908 ó 1909?), yo modifiqué mi carácter por completo. Tanto que
mi mamá estaba feliz de verme prepararme tan bien a mi Primera Comunión. Me costaba obedecer porque, sobre todo cuando me mandaban,
por flojera, me demoraba en ir. Entonces me dije a mi misma que, aunque no me
mandaran, iría corriendo primero que los otros. No peleaba con los niños. A
veces me mordía los labios y me apresuraba para vestirme. Hacía actos, los
que apuntaba en una libreta. Tenía llena la libreta de actos. Ay, qué
diferencia entre entonces y ahora. ¡Cómo volver a esa época! Pero ¿no he recibido
más favores de Nuestro Señor?[47] Deseos de comulgar.
Sigue escribiendo de su vida en el Diario,
y uno de los recuerdos importante es la participación en la misa y como luego
llevan la eucaristía a casa para hablar de ella: [48] “Cuando vino el terremoto de 1906, al poco tiempo fue
cuando Jesús principió a tomar mi corazón para sí. Me acuerdo que mi mamá con mi
tía Juanita nos llevaban a misa y siempre nos explicaban todo; y yo, en la
misa, cuando llegaba la Comunión, me encendía de deseos de recibir a Nuestro
Señor. Pedía a mi mamá este favor, pero gracias a Dios que no me
encontró preparada para este sublime acto. Me acuerdo que
mamá y mi tía Juanita me sentaban en la mesa y me preguntaban acerca de la
Eucaristía. Yo contestaba a sus preguntas; pero, como me veían muy chica, no
me dejaban hacerla”.[49] 9 DIVINA Y HUMANA
“El
sondea la profundidad y el corazón humano, y sus secretos cálculos comprende”
(Cf. Eclo 42,18) 9.1
ALEGRE,
BROMISTA, COMUNICATIVA Y DEPORTISTA
Las
personas que la conocieron y la trataron, dan testimonio que Juanita se
distinguió en su vida como deportista, excelente alumna, hija muy obediente,
amaba mucho a sus padres y hermanos, misionera, y luego en el Monasterio
monja fervorosa. El Fr.
Ángelo de la SS. Trinidad, Vice-Postulador en la causa de, escribe en su
libro Sor Teresa de Los Andes, Escritos Espirituales, que en una
entrevista con la profesora de sicología le indicó los siguientes rasgos
peculiares de Juanita: 1° Era muy tímida y de carácter suave. Huía de toda exhibición. 2° Era sensata y equilibrada. 3° Llamaba la atención su precocidad infantil, inteligencia y piedad. Alegre y bromista.
Teresa lleva una vida interior
rica y profunda. Trata con Jesús de corazón a corazón. Se ha entregado a Él
sin reservas. Pero su equilibrio con el entorno le hace llevar una vida
normal, como la de cualquier joven de su tiempo. Todo lo que sea distinguirse le
repugna. Evita cuidadosamente merecer el título de beata. Se gloría de que es
feliz y lo pasa bien allí donde le toca vivir, de que no es como otras
chiquillas que en todas partes se "latean" (aburren). Le gusta
querer de verdad. Por eso tiene tantas y tan buenas amigas. Y sus educadoras
la admiran y aprecian sinceramente. En todas partes la quieren. Es alegre, comunicativa,
bromista. Contagia a todos su sana alegría. Es maestra en el manejo de la
broma y de la ironía. En sus cartas abundan episodios divertidísimos de
ataques de risa. La sencillez, familiaridad y alegría de las carmelitas le
encantó, incluyendo poderosamente en su resolución de ingresar en el Carmelo. En la intimidad de su familia es
amable, dulce, cariñosa. La "joya de la casa", como dirá su hermano
Luis. Comentaba ella de un paseo: “El
viaje resultó divertidísimo. Gozamos, pues embromamos desde que salimos.
También nos acordamos de Uds., pero nada más que para "pelarlas". [50](“Pelar”,
comentar sobre la vida de otras personas) Y sigue: “No hacemos otra cosa que embromar.
Apróntate. En la mesa nosotras estamos las últimas con Pepe. Era tanto lo que
disparateábamos y nos reíamos, que a veces no podía
comer. Pero lo más trágico era que el Padre que rezaba después de la comida,
en la mitad del rezo, no podía continuarlo por la risa, pues lo
contagiábamos”.[51] “Saqué
como resolución vivir muy alegre exteriormente”.[52] “Donde
me llevan soy feliz…Vivir siempre muy alegres. Dios es alegría infinita”.[53] Le encanta el deporte.
Todo lo que sea el deporte le
fascina. Es estupenda equitadora. Desde niñita, su abuelo le había enseñado a
montar a caballo. Y no hay nada que le guste más que cabalgar. Le divierten
los largos paseos a caballo por cerros y quebradas. Se lanza decidida por
cualquier parte desafiando peligros. Envidia a los jóvenes que van por varios
días a la cordillera. También le encanta el tenis y manejar la
"cabrita". Pero descuella sobre todo como nadadora. Como es alta y
bien proporcionada, tiene excelentes cualidades para la natación. Bate el
récord de rapidez y resistencia entre sus familiares, resultando indiscutiblemente
vencedora en cuantas competencias organizan. Se extasía a la vista de los
paisajes pintorescos, que retrata después con precisión y colorido en sus
cartas. El mar y las bellezas de la naturaleza le hacen sentir sed de lo
infinito. Estudia música y canto. Y las
veces que asiste al teatro a alguna ópera, sabe apreciar la voz y el
desempeño de los actores. “He
salido mucho a caballo y estoy encantada con subir y bajar cerros. Aquí están
admirados porque no me canso, y me dicen que soy una verdadera amazona. No
dejaría de ser una vergüenza si no lo fuera”.[54] “Nos
ha bajado furor por el tenis. Estoy aprendiendo. Me encanta”.[55] “No
hemos hecho ningún paseo grande, pues los chiquillos se van a la cordillera
por seis días. Te aseguro que los envidio con toda el alma”.[56] “Me
siento llena de Dios. No hay separación entre nosotros. Donde yo vaya, Él
está conmigo, dentro de mí. Vivo con Él. Y a pesar de estar en los paseos,
ambos conversamos sin que nadie nos sorprenda ni pueda interrumpirnos”.[57] “La
voluntad de Dios es un alimento espiritual que fortifica el alma que se
entrega a El gustosa”.[58] 9.2
HA
INTEGRADO LO DIVINO Y LO HUMANO PERFECTAMENTE
Lo más sorprendente es la
naturaleza con que armoniza el trato con Dios con el de los hombres. Se
abisma y queda absorta en la contemplación de las perfecciones de Dios y de
las finezas de su amor, sin dejar de mostrarse después alegre, amable y
comunicativa con sus semejantes. Cada día siente necesidad más
apremiante de orar. Y aun cuando las ocupaciones o la atención de los demás
le impiden recogerse a dialogar con Jesús, sabe y dice que toda su vida es
una oración continuada, una alabanza ininterrumpida a Dios; porque todo lo
hace por su amor y sin salirse un punto de su divina voluntad. En los lugares
de esparcimiento goza con la idea de que, allí donde tantos lo olvidan, al
menos ella lo adora y ama. ¡Qué páginas tan deliciosas escribió sobre su
intimidad con Dios! Su oración es sencilla, sin
complicaciones. Una íntima y familiar conversación con Jesús. Se figura que
está a sus pies escuchándolo. Y trata con Él sobre lo que hacer a evitar para
serle más agradable. Verdaderamente pasma su
equilibrio, la armoniosa síntesis que ha logrado integrando lo divino y lo
humano tan perfectamente. Sorprende verla tan normal, tan complaciente,
alegre y bromista incluso en los meses en que su cuerpo está aquejado por
fatigas y molestias, y su espíritu viene sufriendo la purificación más
angustiosa- dudas, sequedades, abandono y agonía interior con que el amor
acrisoló su alma los dos últimos años de su vida. “Ayer
salí para siempre del colegio…Desde ahora, papacito, quiero que Ud. cuente
para todo conmigo. No tengo otro deseo que darle gusto en todo, acompañarlo y
consolarlo. Pienso correr con la casa, tratando de hacerlo lo mejor posible”.[59] “Véngase
luego, papacito, para pasar siquiera dos días con Ud., ya que nosotras lo
aprovechamos tan poco cuando Ud. viene por estar internas”.[60] 9.3
PROFUNDAMENTE
AFECTIVA
Amor sin caricias.
Teresa es profundamente
afectiva. Llora a mares cada vez que se despide de los suyos para ir al
internado. Es de temperamento tan afectuoso y regalón, que de jovencita se
pregunta cómo las monjas pueden ser felices sin recibir muestras externas de
cariño, y cree imposible enamorarse de un Dios a quien no se ve ni se puede
acariciar. Pero se ha entregado al Amor. Y ha comprobado que Dios resarce
plenamente; que da muestras palpables – aunque invisibles – de su amor
infinito. Examina, pues, su corazón y se
convence de que sus aspiraciones de amor son tales, que ningún ser humano
podrá colmarlas enteramente; porque será necesariamente limitado, interesado,
sujeto a flaquezas. Que únicamente Jesús es capaz no solo de perfeccionarla,
sino de divinizarla. Y que, por lo tanto, sólo Él podrá enamorarla. Opta por Él.
Y decididamente. Escoge el convento de las Carmelitas de los Andes para
realizar su ideal de ser toda de Jesús. Está convencida de que encontrará
muchos obstáculos para lograr su intento. Pero confía en que, con Jesús,
atravesará el fuego, si es preciso, para conseguirlo. No es que Teresa no aprecie el
matrimonio. Sabe que la vida del hogar es muy sacrificada y fecunda. Que
hacen falta cristianos que la vivan generosamente para colaborar en la
transformación del mundo. Pero ella no se siente llamada sino a fundirse con
Jesús en el amor, como prisionera voluntaria suya en una clausura. No es una ilusa, sabe que el
amor es exigente. Que si se va al Carmen, es para inmolarse con Cristo por la
humanidad. Que en su pieza tendrá una cruz de madera sin Cristo. Que es esa
la cruz donde ella debe morir a su egoísmo, a todo lo que le impida repetir y
exclamar: "Yo
no soy la que vivo, sino Jesús".[61] “Pero
el sufrimiento no le es desconocido. ¿Qué importa sufrir cuando se ama?,[62] dice. El amor es cielo. Y ella, perdidamente
enamorada de Cristo, cifra su ideal en sufrir, amar y orar por la Iglesia y
por la humanidad pecadora”.[63] “Los
corazones de los hombres aman un día y al otro son indiferentes. Solo Dios no
cambia”.[64] “He
visto que la felicidad en el mundo no existe. Siempre su trato me deja un
vacío que lo llena por completo nuestro Señor”.[65] “¡Qué
impresión me produjo cuando vi mi conventito! Su pobreza habla muy bien a su
favor. Apenas lo vi me encantó y me sedujo”. [66] “Sé
que si voy al Carmen será para sufrir. Más el sufrimiento no me es
desconocido. En él encuentro mi alegría, pues en la cruz se encuentra Jesús,
y Él es Amor. Y ¿qué importa sufrir cuando se ama?”[67] “No
temas, hermanita querida. No existirá jamás separación entre nuestras almas.
Yo viviré en Él. Busca a Jesús y en Él me encontraras y allí los tres
seguiremos los coloquios íntimos que hemos de continuar allá en la
eternidad”.[68] “Solo
me restan 20 días. Y después el Calvario, el cielo………Ya estoy subiendo su
cima. El dolor de la separación es tan intenso, que no hay palabras para
expresarlo. Solo Dios me sostiene”.[69] “Jesús
no quiere que exista nada entre Él y yo. Manifestándose a mi alma la ha
enamorado en tal forma que sólo en Él puedo encontrar reposo”.[70] Orando, trabajando y riéndonos.
En el claustro, las religiosas
quedan prendadas de su nueva hermana y de sus sobresalientes cualidades. Y el
14 de octubre la visten con el hábito de la Orden, imponiéndole su nuevo
nombre: Teresa de Jesús. En el convento, fiel a su
consigna de santificarse por los demás, continúa buscando para sí lo más
trabajoso y molesto para aliviar a sus hermanas, a quienes ama de corazón.
Ahora es ella la que, con su trato fino y exquisito, contribuye a que siga
reinando en la comunidad la alegría, la hermandad y sencillez, que antes de
entrar le habían seducido. Se siente cada día más feliz. En la antesala del
cielo. Porque pasa horas a los pies del sagrario y en su celda con Jesús, que
es su gozo infinito. Con Dios que es alegría infinita. Y luego, en los
recreos, se ríe y embroma todo el tiempo, sin que falten los cantos con
guitarras y bandurrias los días señalados. Así pasamos la vida – escribió -:
“orando, trabajando y riéndonos”.[71] Enamorada de Cristo, de la
Eucaristía, de la Virgen y de la oración, despliega un apostolado intensísimo
con sus cartas. Sus destinatarios van contagiándose de esos amores de Teresa. Así vive la prisionera
voluntaria de Jesús. Siente ansias de martirio. Le fascinaría dar su vida por
Él. Pero pisa tierra y sabe que su martirio está en donde vive. En eliminar
su egoísmo a cada instante. En aceptar los sufrimientos interiores que la
purifican. En cumplir con alegría el fin de la carmelita: rogar, vivir
inmolándose ocultamente por los pecadores, por la santificación de los sacerdotes
y por la Iglesia. Todo es alegría y sencillez en
el Carmen. Y cada una se esmera en poner de su parte cuanto pueda para
alegrar a sus hermanas. Escribe Teresa de los Andes: ““¡Si
supieras la felicidad que inunda mi alma en cada instante escondida en Dios!”
[72] “Me
parece que principie a vivir sólo el 7 de mayo. Te aseguro que todos los
sacrificios hechos me parecen nada. “Vivimos riéndonos y amando. No te
imaginas la alegría, la confianza y la sencillez que reina. Me encuentro en
mi centro”“.[73] “Mi
celda es bien pobrecita, pero en ella me paso con Nuestro Señor en intima
conversación de corazón a corazón”.[74] “¡Qué
cosa más rica es para el alma que ama pasar la vida junto al Sagrario!” [75] “Después
que comulgo me siento en el cielo, y dominada por el amor infinito de Dios”.[76] El colmo de la dicha y del dolor.
El 7 de mayo de 1919 ingresó
Teresa en las Carmelitas Descalzas de Los Andes, separándose para siempre de
los suyos. Así culminó el gran sacrificio que la trajo desgarrada los últimos
meses, y que sólo por amor a Cristo pudo consumar. Un mes antes escribía:
"Estoy en el colmo de la dicha y del dolor".[77] Contrastes y
paradojas que sólo el locamente enamorado puede entender. Dolor intensísimo
por alejarse de los suyos a quienes ama y que nunca hubiera abandonado por un
hombre. Lucha contra su propia naturaleza – sobre todo desde que solicita el
permiso paterno -, que se convierte en agonía, en martirio cruel, según va
acercándose el día de subir definitivamente al Calvario de la terrible
despedida. Y por otra parte, dicha
felicidad, por ver realizado el ideal de su vida; por dejar todo lo que tiene
a cambio de Nuestro Señor. Dicha inefable, porque el amante goza en demostrar
el amor en lances difíciles y comprometedores. Y porque Jesús no se deja
ganar en generosidad, cuando Teresa se arrancó de los brazos de su madre, le
abrió los suyos dulcemente, confortándola y fortaleciéndola con su gracia. El fin de las carmelitas me
entusiasma: [78]santificarse a
sí mismas para que la savia divina se comunique, por la unión que existe
entre los fieles, a todos los miembros de la Iglesia. “Ella
se inmola sobre la cruz y su sangre cae sobre los pecadores, pidiendo
misericordia y arrepentimiento. Cae sobre los sacerdotes, santificándolos. Y
todo en silencio, sin que nadie lo sepa. Cuantos hay que tachan su vida de
inútil. Sin embargo, ella es como el Cordero de Dios que lleva los pecados
del mundo. Se sacrifica para volver al redil las almas extraviadas. Pero así
como a Cristo no lo conoció el mundo, a ella tampoco la conoce. Esta
abnegación completa me encanta. No hay cabida al amor propio. No ve siquiera
el fruto de su oración. Solo en el cielo lo sabrá”.[79] “Por
Jesús he preferido ser pobre y trabajar. Ya que Él por mi amor se hizo pobre,
yo por amor a Él quiero serlo”.[80] “La
ternura de mi corazón de hija crece cada día, mi papacito, y no creo que en
el Carmen se extingue, antes al contrario, toma mayores proporciones, porque
se ama sin interés y en Dios”.[81] 10 LA PRIMERA COMUNION
“Yo soy el pan
vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre” (Jn
6,51) 10.1
EL
INICIO DE UNA NUEVA VIDA.
Recuerdo
que tenía tan solo 8 años (Día de la Inmaculada Concepción, año 1958) cuando
hice mi primera comunión, y durante muchos años disfruté de mi catecismo que
me regalaron para esa ceremonia, era un librito muy hermoso para mí, con tapa
nacarada, y hojitas con borde dorado, y entre algunas hojas guardaba de
recuerdo algunas imágenes de Jesús, preparadas para mi comunión y la de otros
amigos. También recuerdo que fue un día de primavera, con mucho sol, la
Iglesia para mí era grandiosa. Me habían regalado además un rosario de concha
perlas, no sabía cómo utilizarlo hasta que me lo enseño mi papa. Pero lo más
importante, era que gritaba a mis amigos “ahora somos santos” y eso causaba
risa de los adultos. Entonces entendía que era el inicio de una nueva vida, y
siempre me pareció que Jesús caminaba conmigo, que me llevaba de la mano. Esa
idea, me hizo sentir siempre protegido. Incluso, ya de más edad, en ciertos
momentos complicados, el dialogo con él me daba mucha paz. La
primera comunión, es la etapa de la iniciación cristiana que más impacto hace
al niño o adolescente, ciertamente, es una fecha inolvidable. La Primera Comunión en Teresa de los Andes.
Teresa de Los
Andes hizo su primera comunión a los 10 años, el 11 de septiembre de 1910.
Haciendo un resumen de su vida, escribe Juanita en su Diario: “Mi vida se divide en dos períodos: más o menos
desde la edad de la razón hasta mi Primera Comunión. Jesús me colmó de
favores tanto en el primer período como en el segundo: desde mi primera
comunión hasta ahora. O más bien será hasta la entrada de mi alma en el
puerto del Carmelo”. [82] En
otra parte escribe: “Yo cada día pedía permiso a mi
mamá para hacer mi Primera Comunión. Hasta que accedió en 1910. Y empecé mi
preparación. Me parecía, querida Madre, que ese día no llegaría jamás y
lloraba de deseos de recibir a Nuestro Señor. Un año me preparé para hacerlo
Durante este tiempo la Virgen me ayudó a limpiar mi corazón de toda
imperfección.[83] Y
más adelante en la misma nota escribe: “En el mes del Sagrado Corazón
[¿1908 ó 1909?], yo modifiqué mi carácter por
completo. Tanto que mi mamá estaba feliz de verme prepararme tan bien a mi
Primera Comunión”.[84] El relato de su Primera Comunión.
Escribe Teresa en su Diario el siguiente relato del día que hizo su Primera Comunión:[85] “El día de mi
Primera Comunión fue un día sin nubes para mí. Mi confesión general. Me acuerdo: después que salí
me pusieron un velo blanco. En la tarde pedí perdón. ¡Ay! Me acuerdo de la
impresión de mi papacito. Fui a pedirle perdón y me besó. Entonces yo después
me le hinqué y llorando, le dije que me perdonara todas las penas que le
hubiera dado con mi conducta. Y [a] mi papacito se le cayeron las lágrimas y
me levantó y me besaba diciendo que no tenía por qué pedirle perdón, porque
nunca le había disgustado, y que estaba
muy contento viéndome tan buena. ¡Ay!, sí, papacito, porque vos erais demasiado indulgente y bondadoso para
conmigo. Le pedí perdón a mi mamá, que lloraba. A todos mis hermanos y por
último, a mi mamita y de más sirvientes. Todos me contestaban conmovidos. Yo,
como estaba en retiro, estaba aparte, así es que no comía en la mesa. El 11 de septiembre de 1910, año del centenario de
mi Patria, año de felicidad y del recuerdo más puro que tendré en toda mi
vida. Ese hermoso día para mí, fue un día hermoso para la
naturaleza también. El sol despedía sus rayos que llenaban mi alma de
felicidad y de acción de gracias al Creador. Desperté temprano. Mi mamá me vistió y me puso el
vestido. Me peinó. Todo me lo hizo ella, pero yo no pensaba en nada. Para
todo estaba indiferente, menos mi alma para Dios. Cuando llegamos, nos
llevamos repitiendo el rosario de Primera Comunión. En vez de Ave María, se
repetía: “Venid, Jesús mío, venid. Oh mi Salvador,
venid Vos mismo a preparar mi corazón”. Llegó por fin el momento.
Hicimos nuestra entrada en la capilla de dos en dos. Usted, Madre mía, iba a
la cabeza y Monseñor Jara -quien nos daría la Sagrada Comunión-, detrás.
Todas entramos con los ojos bajos, sin ver a nadie y nos hincamos en los
reclinatorios cubiertos de gasa blanca, con una azucena y vela al lado.
Monseñor Jara nos dijo palabras tan tiernas y hermosas que llorábamos todas.
Me acuerdo una cosa que nos dijo: “Pedid a Jesucristo que, si habéis de
cometer un pecado mortal, que os lleve hoy, que vuestras almas son puras cual
la nieve de las montañas. Pedidle por vuestros padres, los autores de vuestra
existencia. Y las que los han perdido ahora es el momento de encontrarlos.
Sí, aquí se acercan para ser testigos de la unión íntima de vuestras almas
con Jesucristo. Mirad los ángeles del altar, niñas queridas. Miradlos, os
envidian. Todo el cielo está presente”. Yo lloraba. Por fin nos dijo que no
quería demorar más la unión de Jesucristo. Que ya estaríamos sedientas de Él
y lo mismo Jesucristo. Nos acercamos al altar mientras
cantaban ese hermoso canto: “Alma feliz”, que jamás se me olvidará. No es para describir lo que pasó
por mi alma con Jesús. Le pedí mil veces que me llevara, y sentía su voz
querida por primera vez. ¡Ah, Jesús, yo te amo; yo te adoro! Le pedía por
todos. Y [a] la Virgen la sentía cerca de mí. ¡Oh, cuánto se dilata el
corazón! Y por primera vez sentí una paz deliciosa. Después que dimos
acciones de gracias, fuimos al patio a repartir cosas a los pobres y a
abrazar [cada una] a su familia. Mi papacito me besaba y me levantaba en sus
brazos feliz. Ese día fueron muchísimas
chiquillas a la casa. Para qué decir nada de los regalos que tenía: la cómoda
y mi cama estaban llenos. Pasó ese día tan feliz, que será
el único en mi vida. Nos cambiamos de casa al poco
tiempo. Pero Jesús, desde este primer abrazo, no me soltó y me tomó para sí. Todos los días comulgaba y hablaba
con Jesús largo rato. Pero mi devoción especial era la Virgen. Le contaba
todo. Desde ese día la tierra para mí no tenía atractivo. Yo quería morir y
le pedía a Jesús que el ocho de diciembre me llevara. 11 LA ESPIRITUALIDAD
DE TERESA DE LOS ANDES
Jesús me pide que sea santa.
A pesar de su juventud -19 años- y de
su cortísima vida en el Carmelo -11 meses- su espiritualidad es rica y
transparente. Su amor al Carmelo... A las almas... A sus seres queridos...
son otras facetas de su espiritualidad. Leyendo su precioso y abundante
Epistolario, y sobre todo su Diario,
escrito desde 1917 con el título de "Historia de la vida de una de sus
hijas", pueden apreciarse los quilates de esta alma extraordinaria donde
ella confiesa en una carta al P. José Blanch en noviembre de 1919 [86]: “Cuando
veo que encuentran algo hermoso y se alegran con ello yo me digo: Sólo Jesús
es hermoso. Él sólo puede hacerme gozar”. “Lo
llamo, lo lloro, lo busco dentro de mi alma”. “Quiero
que Jesús me triture interiormente para ser hostia pura donde él pueda
descansar”. “Quiero
estar sedienta de amor para que otras almas posean ese amor”. “Que
yo muera a las criaturas y a mí misma para que él viva en mí”. “¿Hay
algo bueno, bello, verdadero que podamos concebir que en Jesús no esté?” Cautivada en las redes del Divino.
Teresa de los Andes declara haber sido
cautivada en las redes del Divino Pescador.[87]
El 15 de abril de 1916 le escribe con pasión a su hermana Rebeca: “¡Qué
feliz soy! He sido cautivada en las redes del Divino Pescador”., “Soy su
prometida y muy luego celebraremos nuestros desposorios en el Carmen”., “El 8
de diciembre me comprometí…Mi pensamiento no se ocupa sino de Él. Es mi
ideal; es un ideal infinito”.[88] Después de un retiro
le escribe una carta en un cuaderno a la Virgen María de un modo todo
especial:[89] “¡Oh,
soy feliz! Pues puedo decir con verdad, que el único amor de mi corazón ha
sido Él”. “¡Jesús mío, he visto que sólo una cosa es
necesaria: amarte y servirte con fidelidad; parecerme y asemejarme en todo a
Ti. En eso consistirá toda mi ambición.! “¡Oh,
soy feliz! Pues puedo decir con verdad, que el único amor de mi corazón ha
sido Él”. “¡Jesús mío, he visto que sólo una cosa es
necesaria: amarte y servirte con fidelidad; parecerme y asemejarme en todo a
Ti. En eso consistirá toda mi ambición.!” "La
Virgen me ayudó a limpiar mi corazón de toda imperfección... Mi devoción
especial era la Virgen. Le contaba todo. Sentía su voz dentro de mí misma...
“Mi espejo ha de ser María. Puesto que yo soy su hija, debo parecerme a Ella
y así me pareceré a Jesús”.[90] Algunas frases de Teresa de los Andes, Juanita
Fernández Solar.
“Jesús
mío, Tú eres mi Vida. Sin Ti me muero; sin Ti desfallezco…La mirada de mi
Crucifico me sostiene” [91] “A
veces se me representa tan lleno de hermosura y ternura como ya no es posible
describir. Créame que todo me causa un hastío horrible; que cuando veo que
encuentran algo hermoso y se alegran con ello yo me digo: "No es Jesús.
El sólo es hermoso. Él sólo puede hacerme gozar - Lo llamo, lo lloro, lo
busco dentro de mi alma” “Quiero
que Jesús me triture interiormente para ser hostia pura donde él pueda
descansar. Quiero estar sedienta de amor para que otras almas posean ese amor
que esta pobre carmelita tanto desea”. [92] “Que
yo muera a las criaturas y a mí misma para que él viva en mí… ¿Hay algo
bueno, bello, verdadero que podamos concebir que en Jesús no esté?”[93] “seré
doblemente tu Hija. Voy a ser Esposa de Jesús. Él va a poner en mi dedo el
anillo nupcial. Oh, soy feliz, pues puedo decir con verdad que el único amor
de mi corazón ha sido El”.[94] Amó tiernamente a Jesús.
Quien mejor nos puede decir como fue el
amor a Jesús de Teresa de los Andes, es ella misma, a su hermana Rebeca le
escribe: “Me
he entregado a Él. El ocho de diciembre me comprometí. Todo lo que lo quiero
me es imposible decirlo. Mi pensamiento no se ocupa sino en El. Es mi ideal.
Es un ideal infinito. Suspiro por el día de irme al Carmen para no ocuparme
sino de Él, para confundirme en Él y para no vivir sino la vida de El: Amar y
sufrir para salvar las almas. Sí, sedienta estoy de ellas porque sé que es lo
que más quiere mi Jesús. ¡Oh, le amo tanto!” [95] A
la Virgen María, Madre de Jesús le escribe: “Jesús
me pide que sea santa. Que haga con perfección mi deber. Que el deber es la
cruz. ¿Encontrará el Padre la figura de Cristo en mí? ¡Cuánto me falta para
parecerme a Él!”[96] Dice
ella refiriéndose a su Primera Comunión: "Jesús,
desde ese primer abrazo, no me soltó y me tomó para Sí. Todos los días comulgaba
y hablaba con Jesús largo rato.”..[97] Decía Juanita; "Cristo, ese loco de amor, me ha vuelto loca”.[98]
Y su ilusión y su constante empeño fue asemejarse a Él, configurarse con
Cristo. Por eso, deseando llegar a ser una
excelente copia suya, vivió decidida a ir hasta el fin del mundo atravesando
el fuego si hubiera sido preciso para serle fiel. Estaba siempre dispuesta a servir y a
sacrificarse por los demás, sobre todo por alegría y felicidad, para hacer
amable y atractiva la virtud. En
una ocasión a vuelta de vacaciones escribe: “Hace
mucho tiempo que no escribo. Pasaron las vacaciones del 18 y he vuelto al
colegio. Qué feliz me encuentro de nuevo en el colegio, sin haber dado mi
corazón a nadie. Todo de Jesús. Quiero que mis acciones, mis deseos, mis
pensamientos, lleven este sello: Soy de Jesús". [99] 12 ¿QUÉ HIZO ESTA
JOVEN PARA SER SANTA?
Amar intensamente a Dios y a su voluntad.
Una de las preguntas que más me llamó
la atención en una ocasión cuando hablé de la vida de Santa Teresa de los
Andes en La Habana, Cuba, fue la de un señor que me apunto con un lápiz y un
cuaderno en mano preparado para tomar nota; ¿Qué hizo esta joven para ser
santa?, y espontáneamente, creo que, sin pensarlo mucho, salió de mi esa
primera palabra, “nada”, y le aclaro luego, quiero decir nada del otro mundo,
solo amar intensamente a Dios y a su voluntad. Escribe Teresa en su Diario y en estas pocas palabras, lo escribe todo.
“Jesús mío, te amo. Soy toda tuya. Me
entrego por completo a tu divina voluntad” y añade más adelante; “quiero
cumplir tu voluntad. Quiero pasar mi vida sufriendo para reparar mis pecados
y los de los pecadores. Para que se santifiquen los sacerdotes. No quiero ser
feliz yo, sino que Tú seas feliz. Quiero ser soldado para que dispongas a
cada instante de mi voluntad y gustos. Quiero ser animosa, fuerte, generosa
en servirte, Señor, Esposo de mi alma”.[100] Dice el Señor Jesús; “Porque esta es la
voluntad de mi Padre: que todo el que vea al Hijo y crea en él, tenga vida
eterna y que yo le resucite el último día”. (Jn 6,40) Y Teresa, vivió y
partió a la vida eterna enamorada del Hijo, ella entendió en su juventud, lo
grande que es la voluntad de Dios. Para ella, aceptar la voluntad de Dios, es
amar. Escribe ella en su Diario:
“Por Él lo dejaré todo para irme a ocultar tras las rejas del Carmen, si es
Su Voluntad, y vivir sólo para Él”[101]
. “Me encomendaré a Teresita para que me
sane y pueda ser Carmelita. Pero no quiero sino que se cumpla la voluntad de
Dios. Él sabe mejor lo que me conviene. ¡Oh, Jesús, te amo; te adoro con toda
mi alma!”[102] “Pero mi Jesús hará lo que quiera.
Cúmplase en toda su santa voluntad”.[103] La historia de mi alma se resume en dos palabras:
"Sufrir y amar".
Durante el año 1917, Teresa de Los
Andes escribe su Diario [104]
y se lo dedica a la Madre Julia de los Ríos, quien fue orientadora espiritual
de las alumnas del internado del Sagrado Corazón de Santiago. Y le habla a
ella (a la Madre Julia) de su vida íntima, de su alma. Teresa se ha mirado
hacia su interior. Y desde esa interioridad, nos adentramos hacia su alma. “Madre
querida: Ud. cree que se va a encontrar con una historia interesante. No
quiero que se engañe. La historia que Ud. va a leer no es la historia de mi
vida, sino la vida íntima de una pobre alma que, sin mérito alguno de parte
de ella, Jesucristo la quiso especialmente y la colmó de beneficios y de
gracias. La
historia de mi alma se resume en dos palabras: "Sufrir y amar".
Aquí tiene mi vida entera desde que me di cuenta de todo, es decir, a los
seis años o antes. Yo sufría, pero el buen Jesús me enseñó a sufrir en
silencio y desahogar en El mi pobre corazoncito. Usted comprende, Madre que
el camino que me mostró Jesús desde pequeña fue el que recorrió y el que amó;
y como Él me quería, buscó para alimentar mi pobre alma el sufrimiento. Mi
vida se divide en dos períodos: más o menos desde la edad de la razón hasta
mi Primera Comunión. Jesús me colmó de favores tanto en el primer período
como en el segundo: desde mi primera comunión hasta ahora. O más bien será
hasta la entrada de mi alma en el puerto del Carmelo”. Santa Teresa de Jesús, Doctora de la
Iglesia, madre espiritual de Teresa de Los Andes y de los carmelitas, nos
enseña lo incomparable, la hermosura y la grandeza del alma de los justos. La
Santa, considera nuestra alma como un castillo todo de un diamante o muy
claro cristal, adonde hay muchos aposentos, así como en el cielo hay muchas
moradas. (Jn 14,2) También dice que consideremos que no es otra cosa el alma
del justo que un paraíso donde dice él (Dios), que tiene sus delicias (Prov.
8,31) y finalmente añade; “No hallo yo cosa con qué comparar la gran
hermosura de un alma y la gran capacidad” [105] Su santidad tenía la propiedad de ser atrayente.
Después de su muerte,
la comunidad de Los Andes y los familiares de Sor Teresa recibieron muchas
cartas, no de pésame, sino de felicitación por tener una santa en el cielo.
Los periódicos de Santiago, capital de Chile, algo insólito para una
carmelita de clausura, publicaron su muerte exaltando la heroicidad de sus
virtudes. A los pocos días de su muerte, el P.
Julián Cea, que la había conocido en febrero de 1919 en unas misiones,
escribió: "Su santidad tenía la propiedad de
ser atrayente, amable, comunicativa. No sé qué respeto y veneración infundía
su persona. Y al mismo tiempo se sentía por ella un santo cariño, como el que
creo se tendrá a un ángel si lo viéramos con los ojos de cuerpo. ¡Qué sonrisa
angelical acompañaba siempre su conversación! No era esquiva, sino confiada.
Y su alma, inocente y pura como un niño. ¡Con que pasión amaba a Jesús! Pocos
días tuve la dicha de tratarla, paro la impresión que me causó su santidad no
se borrará jamás. Le rezo todos los días como a una santa que está en el
cielo, Yo confío en que pronto comenzará a obrar milagros, y su conducta
angelical influirá no poco en la conducta de muchas jóvenes". Pronto los fieles comenzaron a ponerla
por intercesora ante el Señor. Y en los muchos años que nos separan de su
muerte, el Señor ha dado pruebas de su deseo de glorificar a su sierva,
otorgando por sus ruegos infinidad de gracias, sobre todo espirituales:
conversiones, vuelta al camino del bien. Son incontables los fieles, incluso de
las más apartadas regiones del país y del extranjero, que acuden cada día a
la tumba de Teresa de Los Andes, sobre todo desde que sus restos reposan en
la cripta del Santuario erigido en su honor en Rinconada de Los Andes. Escribe
Teresa a su hermano Luis (Lucho): “Jesucristo,
ese loco de amor, me ha vuelto loca. Es martirio el que padezco al ver que
corazones agradecidos a las criaturas no lo sean con aquel que los sustenta,
que les da la vida y los sostiene; que les da y ha dado todo, hasta darse el
mismo”.[106] 13 DESPERTAR HAMBRE
Y SED DE DIOS
Siempre
dispuesta a servir y a sacrificarse por los demás.
Tanto
de su Diario como de sus cartas,
observamos que ella estaba siempre dispuesta a servir y a sacrificarse por
los demás, con alegría y felicidad, para hacer amable y atractiva la virtud. Su
vida fue enteramente normal y equilibrada. Alcanzó una envidiable madurez
integrando en la más armoniosa síntesis lo divino y lo humano: oración,
estudios, deberes hogareños... y deporte, al que era aficionadísima, destacando
en la natación y en la equitación. Teresa
de Los Andes está en inmejorables condiciones para arrastrar a la juventud en
pos de Cristo, y para recordarnos a todos que es preciso cumplir el programa
evangélico del amor para realizarnos como personas. Por
su intercesión está derramando el Señor una copiosa lluvia de gracias y
favores de toda especie y atrayendo hacia Sí a innumerables hijos pródigos.
Su santuario, visitado por miles de peregrinos cada mes, se ha convertido en
el centro espiritual de Chile. Así
Teresa de Los Andes viene cumpliendo la misión que ya le fuera reconocida
poco después de su muerte: despertar hambre y sed de Dios en nuestro mundo
materializado. Pasar por la
vida haciendo el bien y hacerlo por Cristo, sus amados y sus hermanos.
Fue
una época muy valiosa y decisiva para el futuro humano y espiritual de la
joven Teresa de los Andes, en el que era conocida como Juanita, son los años
1915 a 1919. En ella planifica su vida exigiéndose un hábito Diario, en el que ocupan lugar
preferente la oración, la misa diaria. También es parte de su vida el
sacrificio y el esfuerzo decidido por superarse, sin olvidar el empeño por
eliminar cuanto le impide realizarse como persona y como cristiana. Ella
tiene una decisión importante, pasar por la vida haciendo el bien y hacerlo
por Cristo, sus amados y sus hermanos. Teresa,
que gusta de repetir que si se es monja no hay que serlo a medias, no quiere
ser cristiana sólo de nombre. Y fiel a su compromiso con Cristo, cumple con
perseverancia el programa de vida que se ha trazado. De ahí su empeño en
superarse en el cumplimiento cuidadoso del deber y la calmosa aceptación de
las pruebas que le van llegando, amar a Dios, es aceptar con cariño lo que Él
nos va dando, y como muchos, las situaciones difíciles fueron bastantes en su
vida. Porque sabía muy bien que en ello consiste el sacrificio más agradable
a Dios y la cruz más santificadora; pues, al no elegirla nosotros, la
llevamos solo por amor, sin peligro de buscar nuestra satisfacción. Fiel a su firmeza de recogerse a
solas con Jesús.
Quiere
ante todo ser fiel a su firmeza de recogerse a solas con Jesús para intimar
con Él. Como dice la Santa Madre Teresa de Jesús: “Porque de estos gustos que
el Señor da a los que perseveran en la oración”,[107] y como también nos ha enseñado que orar es “tratar
de amistad estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama”.[108] Por eso madruga buscando el silencio y la soledad.
Y hace lo imposible por comulgar a Diario.
Está loca de amor por Jesús-Hostia. Tiene verdadera hambre de Él. Ha
comprobado que le da ánimo; que lo necesita. Que Jesús es su vida y que sin
Él desfallece y muere. Así
trata de alcanzar la meta que se ha propuesto: vivir identificándose con
Cristo, para que cuando el Padre la contemple, reconozca en ella una copia de
su Hijo 14 MENSAJE A LA JUVENTUD
14.1
SU
MENSAJE ES DE INNEGABLE ACTUALIDAD.
De los jóvenes que la trataron y
rondaron, ninguno le inclino al matrimonio. Decía ella; “Son muy
superficiales”.[109]
Quizás lo decía, porque en su corazón, tenía otras predilecciones. Sin embargo, Teresa tiene mucho que
decirnos a todos. Su mensaje a la juventud es de innegable actualidad.
Algunas veces se organizan caminatas de jóvenes, donde han participado más de
40.000 adolescentes que caminan más de 30 km. para llegar al santuario. Con todo, hoy buena parte de la
juventud que sigue a Teresa de los Andes es sana, consciente y responsable.
Es decir, sabe a dónde va y está bien encaminada. Soy testigo de que hay
muchos que hablan estupendamente de ella. Da gusto escucharlos. Se les ven
ilusionados por ser auténticos, por realizarse plenamente, por cultivar los
valores humanitarios y por construir un mundo nuevo más humano y unido.
Señalan muy bien la meta. Dicen querer alcanzarla. Pero también hay muchos jóvenes que no
les gusta el camino que conduce a ella. Y muchos se apartan de él. Y ésta es
la misión de Teresa: señalar la ruta a la juventud de hoy; recordarle que él
único camino que conduce a la plena realización humana es el esfuerzo, la
autodisciplina, el control de sí mismo, en palabras evangélicas, tomar el
arado y sin mirar atrás, determinarse por abrir surcos, para que allí caiga
la buena semilla y crezcan frutos y flores. El mensaje es de innegable actualidad
cuando tanta juventud se muestra alérgica a toda norma y proclama como única
regla valida su propio capricho, su talante, él “me gusta”, “no me gusta”,
“me nace”, “no me nace”. No hay educador ni formador serio que apruebe tal
actitud. Al contrario, todos ellos, a cuantos aspiran a formar su carácter y
personalidad, les exigen borrar de su vocabulario esas palabras – me gusta,
no me gusta- sustituyéndolas por debo o no debo. Y actuar en consecuencia. Y
la experiencia les da la razón. Sin autodisciplina, sin control de sí mismo
no se forja la persona, no se conoce la perseverancia y no se llega a la meta
plena. Escribe Teresa de los Andes;
"Jamás me dejaré llevar por el sentimiento y por el corazón, sino por la
razón y mi conciencia". [110]
Después sigue; "Todavía soy muy orgullosa. Me propondré abatir hasta los
últimos gérmenes del amor propio”.[111] Aquí está el remedio.
Aquí está el remedio. Mal le hubiera
ido a Teresa de no haber puesto en práctica esta resolución, dado su gran
fondo de orgullo y su tendencia a obrar independientemente y con altivez.
Ella misma nos habla de las "rabietas feroces"[112]
que le daban de pequeña. De sus "rezongos"; de su repugnancia a
obedecer. De que, en ocasiones, "siente sublevarse todo su ser" De
que todavía a sus 17 años, en el colegio, llegó a arrojar con rabia un dulce
que le dieron por creerlo muy chico. Pero al menos desde los nueve años, se
propuso muy en serio controlarse. Y humillándose cada vez que quebrantaba su
propósito, y dominando sus impulsos las más de las veces, logró alcanzar la
ecuanimidad, dulzura y apacibilidad que admiraron todos en ella. Escribe
Teresa (febrero de 1917): "Debo esforzarme por ser más amable. Me
esmeraré en labrar la felicidad de los demás". [113]"… “Mi resolución; santificarme por todos". Son los propósitos de Teresa. Los
jóvenes que aspiran a la madurez humana es indispensable que lo hagan suyos.
Porque es un principio muy conocido y repetido que únicamente abriéndose a los demás, dándose,
saliéndose del propio egoísmo en busca del bienestar de los otros, es como se
realiza y madura la persona humana. Es por eso por lo pidió Cristo con
radicalidad a sus seguidores. Y quienes no se esfuercen por vivirlo, ni
llegarán a ser hombres nuevos, ni serán capaces de construir el mundo nuevo
más humano y unido al que tanto dicen anhelar y por el que muchos quieren
trabajar sin cansancio. Ocupémonos del prójimo, de servirle,
aunque nos cueste fastidio hacerlo. De esta manera conseguiremos que el trono
de nuestro corazón sea ocupado por su Dueño, por Dios. Hacia la plenitud humana.
A los cristianos de estos tiempos de
dificultades, nos viene a decir Teresa de Jesús de Los Andes que sólo
abriéndonos a Dios y a sus exigencias de amor lograremos ser plenamente
humanos. Teresa, ya queda dicho, ha conseguido
armonizar lo divino y lo humano integrándolo en su vida en admirable
síntesis. Para ello no hay dos vidas superpuestas: una natural profana y la
otra sobrenatural, espiritual. No hay sino una única vida humana planificada
por el amor divino, divinizada. Viviendo abierta a la voluntad de Dios y no
apartándose ni un punto de ella, conjuga con naturalidad encantadora el trato
con Dios y con los hombres, como queda ponderado. Convertida en Sor Teresa,
más divina por haber rendido incondicionalmente su querer al Divino continúa
amable y comunicativa y alegrando y haciendo bromas a las religiosas y a los
destinatarios de sus cartas. La obediencia a Dios nos salva, nos
lleva a la realización. Por preferir su plan al de Dios, queda el egoísta
destruido, sumido en la degradación del vicio; envilecido. ¡Qué verdad es que
el hombre sin Dios se deshumaniza! En cambio, en diálogo con Dios y siguiendo
dócilmente su camino de apertura y servicio a los demás, alcanza el hombre su
plenitud: su naturaleza se ennoblece, se perfecciona y en cierto modo se
diviniza. A esa meta ha llegado Teresa. Por eso,
rebosante de satisfacción, necesita proclamar en todos los tonos, como lo
hace en sus cartas, que está gustando anticipadamente la felicidad del cielo. Sabe muy bien que, sumergida como está
en esa atmósfera divina, su vida entera, sin excluir ninguna de sus acciones,
es una alabanza de gloria a la Santísima Trinidad. Y eso mismo nos pide a
todos: que convirtamos nuestra vida en culto, en ofrenda, en "melodía
continua de amor" para Dios. Captó y asimiló esa exigencia del Evangelio.
Muchos lo habían olvidado y venían
separando lamentablemente su vida religiosa de su vida profana. Y el
cristianismo quedaba desprestigiado con formas de proceder y conductas en
franca oposición con las creencias. Por eso llegó la severa advertencia del
Concilio Vaticano II contra los que incurrían en tal incoherencia. Teresa, que tan estupendamente captó y
asimiló esa exigencia del Evangelio puede con todo derecho recordárnosla a
los cristianos de su siglo, haciéndola mensaje propio. Insistimos en que no:
Que no debe haber para nosotros sino una única vida humana. Toda ella
cristiana, espiritual, es decir, de acuerdo con el espíritu de Cristo. Que
estamos obligados a dar culto a Dios no únicamente la hora de la misa
dominical y los minutos Diarios
dedicados al rezo, sino todos los minutos del día y todas las horas de la
semana. Cuando nuestra oración sea, como la de Teresa, una conversación
íntima con Cristo, en la que tratemos familiarmente con Él, saliendo de ella
dispuestos a sacrificar en nuestra vida personal y social lo que le
desagrada, toda nuestra vida, unificada, será auténticamente cristiana. Sí;
también la de los negocios, la profesional, la del hogar. Y entonces todo
nuestro día, incluso las diversiones, serán culto, liturgia, melodía
continua, glorificación de Dios. 14.2
SACRIFICARSE
POR LOS DEMÁS
Es tan rico (delicioso) dar.
El trato familiar con Cristo, "el
Hombre para los demás", le ha hecho comprender que el cristiano no puede
ser individualista. De ahí su constante empeño por matar su egoísmo para
vivir abierta a las necesidades de los demás, y desvivirse por remediarlas en
cuanto puede. Una de sus resoluciones de Teresa de
los Andes, es sacrificarse por los demás para hacerlos felices. Y trata de
llevarla a la práctica con naturalidad; sin que sospechen que le cuesta
sacrificio complacerles y dar gusto a todos. No se contenta con gozar ella sola de
la felicidad de servir a Dios. Lleva el alma desgarrada porque sabe que hay
muchísimos alejados de Él. Vive ofreciendo su vida y mil sacrificios para que
le conozcan y le amen. Y no descansa hasta entrar en el convento, para
convertirse en hostia que se inmole escondidamente toda la vida para que la
humanidad mejore. No está hecha para gozar ella sola. Aun
durante sus vacaciones, como en los tiempos de paseos y sanas distracciones,
vive ella disponible en actitud de servicio. Sus preferidos son los pobres,
sobre todo los niños. Teresa dice; "Es tan rico dar”.[114]
Y ella da y se da. Reparte sus ahorros para aliviarlos. Cose ropa para los
necesitados. En una ocasión rifó su reloj para obtener fondos con que comprar
zapatos a un niño a quien protege habitualmente. Visita las casas de los
inquilinos, quienes le confían sus problemas; y ella les ayuda en sus
necesidades espirituales y materiales. Reúne a los niños para enseñarles
catecismo. Y cuando se da cuenta de que la instrucción que reciben en la
escuela es nula o deficiente, les da clase diariamente. Excelente catequista,
colabora con entusiasmo en las misiones con los sacerdotes. Las empleadas de
su casa reciben de ella en todo momento ayuda, estímulo, atenciones y
muestras de cariño y afecto. Comenta
Teresa: “Tengo
pena. Me sangra el corazón. Mil vidas, si yo pudiera, ofrecería por Él. Todos
los sufrimientos, Dios mío, enviadme y dadme gracias para soportarlos, con
tal que él se convirtiera”. [115] “Junté
treinta pesos para mi día. Voy a comprarle zapatos a Juanito y lo demás para
dárselo a los pobres. Es tan rico dar”. [116] También
comenta: “Nosotras
hacíamos catecismo. Se juntaban más de cincuenta chiquillos. Y después de las
misiones hemos seguido haciéndoles clase todos los días, pues parece que poco
o nada les enseñan en la escuela fiscal”. [117] 14.3
OFRENDA
POR LOS PECADORES
Si quieres, dame sufrimientos.
Pienso que el ofrecimiento, cuando se
dirige a Dios con amor y por una causa noble, como por los pecadores, es sin
duda, una manera de adorarlo y de confiar plenamente en su misericordia.
También es una forma hermosa para expresar lo que confiamos y sentimos por
Dios, una forma de mostrar nuestra fe en El y hecha con el corazón, es además
un hermoso regalo a Dios. La ofrenda total de uno mismo a Dios y por los
hermanos pecadores, se abre a un amor "más grande". Entiendo este acto de ofrenda que hizo
Teresa de los Andes, es una entrega, o de un servicio, para manifestar
gratitud y amor. El deseo de ofrecerse a sí mismo, involucra en ella un
profundo deseo de amor por los demás, en especial por aquellos que más lo
necesitan. Escribe
Teresa en su Diario en abril de
1917: “Jesús
mío, Tú conoces la ofrenda que te he hecho de mí misma por la conversión de
las personas que te he nombrado. Desde hoy, no sólo te ofrezco mi vida, sino
también mi muerte como te pluguiere (agradare) dármela. La recibiré con
gusto, ya sea en el abandono del Calvario, ya en el Paraíso de Nazaret. Además, si quieres, dame sufrimientos, cruz
humillaciones. Que sea pisoteada para castigar mi orgullo y el de ellos. Como
Tú quieras, Jesús mío. Soy tuya, haz
de mí según tu santa voluntad. A ti, oh, María, que jamás me has desoído
los ruegos que te he dirigido, como una hija le pide a su madre, también te
pongo en tus manos maternales esas almas. Óyeme. Toda mi vida no he dejado de
pedirte, Madre mía. Escúchame, te lo ruego por Jesús y por tu Esposo San
José, a quien ruego interceda por esta pobre pecadora”.[118] “Jesús
mío, te lo ofrezco por mis pecados y por los pecadores y el Santo Padre y
sacerdotes”.[119] “Sufriré
con alegría por mis pecados y por los pecadores”.[120] Sigue
Teresa en el mismo Diario, en abril
de 1917. [121] “Sufro.
Esta palabra expresa todo para mí. ¡Felicidad! Cuando sufro estoy en la Cruz
de mi Jesús. ¡Qué felicidad más grande es decirle: Jesús, Esposo mío,
acuérdate que soy tu esposa, ¡dame tu cruz! [122] “Gracias,
Dios mío, porque me habéis dado un director que dirija mi alma hacia Ti. Me preguntó cómo era mi oración, si estéril
o con devoción. Yo le dije que con devoción a veces; pero había períodos en
que no podía meditar y me quedaba tranquila con Nuestro Señor. Pero
me dijo que siempre debía tratar de reflexionar y sólo en último término,
hacer lo otro”. Que
viviera constantemente en la presencia de Dios Nuestro Señor dentro de mi
alma. Que
lo hiciera lo más a menudo posible. Que hiciera el examen particular sobre
eso. Que
apuntara los pensamientos y afectos de la meditación que más me movieran a
devoción. Me
permitió que me mortificara, mortificándome en las comidas, sacrificando el
gusto. También
que rezara un cuarto de hora en cruz o tres Padre Nuestros, hincada sobre las
manos. Después me va a dar permiso para ponerme cilicios. Que
fuera muy reservada. Que no hablara de mi vocación, sino con mi mamá y con la
M. Izquierdo; porque era como un perfume contenido en un frasco que, al
destaparlo, se va todo. Que
trajera a mis amigas al servicio de Dios. Lo
que más consuelo y alegría me dio fue que me dijo que tenía vocación para
Carmelita. “Me
preguntó qué virtud prefería. Le contesté: la humildad. Después me dio
permiso para renovar el voto de virginidad hasta la Asunción de la Virgen. Resolución:
un alma para salvarla; una muerte para temerla; una vida para santificarla. Me
esmeraré en labrar la felicidad de los demás”. 15 UN LLAMADO AL
LAICADO HACIA LA MÁS ALTA SANTIDAD.
“Sed santos,
porque yo, el Señor, vuestro Dios, soy santo” (Lev 19,2) 15.1
LA
PALABRA "SANTO" Y LA “SANTIDAD” DE LA IGLESIA.
En su libro “Introducción al
cristianismo”, el cardenal Joseph Ratzinger, explica qué; “La palabra
"santo" no alude primariamente a la santidad en medio de la
perversidad humana. El Símbolo no llama a la Iglesia "santa" porque
todos y cada uno de sus miembros sean santos, es decir, personas inmaculadas.
Este es un sueño que ha renacido en todos los siglos, pero que no tiene lugar
alguno en el Símbolo, por tanto, una Iglesia Santa, expresa el anhelo
perpetuo del hombre porque se le dé un cielo nuevo y una
tierra nueva, inaccesibles en este mundo. En realidad, las más duras
críticas a la Iglesia de nuestro tiempo nacen veladamente de este sueño;
muchos se ven defraudados, golpean fuertemente la puerta de la casa y tildan
a la Iglesia de mentirosa. Continúa el cardenal Joseph
Ratzinger: “La santidad de la Iglesia
consiste en el poder por el que Dios obra la santidad en ella, dentro de la
pecaminosidad humana. Este es el signo característico de la "nueva
alianza": En Cristo Dios se ha unido a los hombres, se ha dejado atar
por ellos. La nueva alianza ya no se funda en el mutuo cumplimiento del
pacto, sino que es un don de Dios, una gracia, que permanece a pesar de la
infidelidad humana. Es expresión del amor de Dios que no se deja vencer por
la incapacidad del hombre, sino que siempre es bueno para él, lo asume
continuamente como pecador, lo transforma, lo santifica y lo ama”. “Por razón del don que nunca
puede retirarse, la Iglesia siempre es la santificada por él; santificación
en la que está presente entre los hombres la santidad del Señor. Lo que en
ella está presente y lo que elige en amor cada vez más paradójico las manos
sucias de los hombres como vasija de su presencia, es verdaderamente la
santidad del Señor. Es santidad que en cuanto santidad de Cristo, brilla en
medio de los pecados de la Iglesia. Por eso la figura paradójica de la
Iglesia en la que las manos indignas nos presentan a menudo lo divino, en la
que lo divino siempre está presente sólo en forma de sin embargo, es para los
creyentes un signo del sin embargo del más grande amor de Dios”. [123] Todos deben
vivir “como conviene a los santos”
Como dice el Concilio Vaticano
II, “es necesario que todos, con la ayuda de Dios, conserven y perfeccionen
en su vida la santificación que recibieron”[124]. Todos deben
tender a la santidad, porque ya tienen en sí mismos el germen; deben
desarrollar esa santidad que se les ha concedido. Todos deben vivir “como
conviene a los santos”, como escribe San Pablo; “toda impureza o codicia, ni
siquiera se mencione entre vosotros, como conviene a los santos”. (Ef.
5,3) y revestirse, “Revestíos, pues, como elegidos de Dios, santos y amados,
de entrañas de misericordia, de bondad, humildad, mansedumbre,
paciencia, (Col 3,12). La santidad que poseen no les
libra de las tentaciones ni de las culpas, porque en los bautizados sigue
existiendo la fragilidad de la naturaleza humana en la vida presente. El
concilio de Trento enseña, al respecto que nadie puede evitar durante toda su
vida el pecado incluso venial, sin un privilegio especial de Dios, como la
Iglesia cree que acaeció con la santísima Virgen; “por privilegio especial de
Dios, como de la bienaventurada Virgen lo enseña la Iglesia”[125] Eso nos
impulsa a orar para obtener del Señor una gracia siempre nueva, la
perseverancia en el bien y el perdón de los pecados: “perdónanos nuestras
ofensas, así como nosotros hemos perdonado a los que nos ofenden” [126] Llamado a
la perfección por la caridad.
Según el Concilio (Vaticano II),
“Todos los seguidores de Cristo, incluidos los laicos, están llamados a la
perfección de la caridad”[127]. Esta
perfección no es privilegio de algunos, sino compromiso de todos los miembros
de la Iglesia, sean estos Presbíteros o un fiel común. Este compromiso por la
perfección cristiana significa camino perseverante hacia la santidad. Como
dice el Concilio, “el divino Maestro y modelo de toda perfección, el Señor
Jesús, predicó a todos y cada uno de sus discípulos, cualquiera que fuese su
condición, la santidad de vida, de la que él es iniciador y consumador:
"Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial.[128] Por ello, nosotros, todos los
fieles, de cualquier estado o condición, estamos llamados a la plenitud de la
vida cristiana y a la perfección de la caridad. Precisamente gracias a la
santificación de cada uno se introduce una nueva perfección humana en la
sociedad terrena: como decía sierva de Dios Isabel Leseur,[129] “toda alma que
se eleva consigo el mundo”. EL Concilio enseña que “esta santidad suscita un
nivel de vida más humano, incluso en la sociedad terrena” Es necesario destacar que cada
uno puede servir y beneficiar a los demás. Era la recomendación de san Pedro
a los cristianos esparcidos en Asia Menor cuando, exhortándolos a la
santidad, escribía: “Que cada cual ponga al servicio de los demás la gracia
que ha recibido, como buenos administradores de las diversas gracias de Dios.
Si alguno habla, sean palabras de Dios; si alguno presta un servicio, hágalo
en virtud del poder recibido de Dios, para que Dios sea glorificado en todo
por Jesucristo, a quien corresponden la gloria y el poder por los siglos de
los siglos. Amén.[130] El camino de
santidad para los laicos cristianos
También el concilio Vaticano II dice
que “una misma es la santidad que cultivan, en los múltiples géneros de vida
y ocupaciones, todos los que son guiados por el Espíritu de Dios”[131] Así recuerda
el camino de santidad para los obispos, los sacerdotes, los diáconos, los
religiosos que aspiran a convertirse en ministros de Cristo, y “aquellos
laicos elegidos por Dios que son llamados por el obispo para que se entreguen
por completo a las tareas apostólicas”[132]. Pero de forma
más expresa considera el camino de santidad para los laicos cristianos
comprometidos en el matrimonio: “Los esposos y padres cristianos, siguiendo
su propio camino, mediante la fidelidad en el amor, deben sostenerse
mutuamente en la gracia a lo largo de toda la vida e inculcar la doctrina
cristiana y las virtudes evangélicas a los hijos amorosamente recibidos de
Dios. De esta manera ofrecen a todos el ejemplo de un incansable y generoso
amor, contribuyen al establecimiento de la fraternidad en la caridad y se
constituyen en testigos y colaboradores de la fecundidad de la madre Iglesia,
como símbolo y participación de aquel amor con que Cristo amó a su Esposa y
se entregó a sí mismo por ella”[133]. Lo mismo se puede y debe decir
de las personas que viven solas, o por libre elección o por acontecimientos y
circunstancias particulares, como personas solteras, los viudos y las viudas,
los separados y los alejados. Para todos vale la llamada divina a la
santidad, realizada en forma de caridad. Y lo mismo se puede y debe decir, de
aquellos que en la vida profesional ordinaria y en el trabajo cotidiano
actúan por el bien de sus hermanos y el progreso de la sociedad, a imitación
de Jesús obrero. Y lo mismo se puede y debe decir, por último, de todos los
que, como dice el Concilio, “se encuentran oprimidos por la pobreza, la
enfermedad, los achaques y otros muchos sufrimientos o los que padecen
persecución por la justicia”: éstos “están especialmente unidos a Cristo,
paciente por la salvación del mundo” [134] Por todo lo anterior, son
muchos, por consiguiente, los aspectos y las formas de la santidad cristiana
que están al alcance de todos nosotros, los laicos, en sus diversas
condiciones de vida, en las que estamos llamados a imitar a Cristo, y podemos
recibir de él la gracia necesaria para cumplir su misión en el mundo. Todos
estamos invitados por Dios a recorrer el camino de la santidad y a atraer
hacia este camino a nuestros amigos y compañeros de vida y de trabajo en el
mundo de las cosas temporales. Servir a los demás, es camino de
santidad.
Dice el Señor: “vosotros también
debéis lavaros los pies unos a otros. Porque os he dado ejemplo, para que
también vosotros hagáis como yo he hecho con vosotros”. [135] Teresa de los
Andes ha comprendido bien este mensaje del Maestro. Todo el mensaje de Jesús
tiene ese sentido, el servicio mutuo a nuestros hermanos. Y la caridad
comienza por casa. Ella le escribe a su hermana Rebeca, que está de
cumpleaños, y le confía su secreto: “El
Divino Maestro se ha compadecido de mí. Acercándose, me ha dicho muy por lo
bajo: "Deja a tu padre y madre y todo cuanto tienes y sígueme".[136] El deseo de Juanita al revelarle
este secreto es inflamarle en ese nuevo amor que ahora tiene: “hermanita
querida! He sido cautivada en las redes amorosas del Divino Pescador. [137] Después le pide algo que
seguramente sorprendió a su hermana servir a los demás y comenzar por los
sirvientes de su casa: “Diremos
a Jesús en la Comunión que edifique en nuestras almas una casita; que
nosotras pondremos el material que ha de ser nuestros actos de vencimiento
[y] el olvido de nosotras mismas, haciendo desaparecer el yo, que es el Dios
que adoramos interiormente. Esto cuesta y nos arrancará gritos de dolor. Pero
Jesús pide ese trono y hay que dárselo. La caridad ha de ser el arma para
combatir a ese Dios. Ocupémonos del prójimo, de servirle, aunque nos cause
repugnancia hacerlo. De esta manera conseguiremos que el trono de nuestro
corazón sea ocupado por su Dueño, por Dios nuestro Creador”. [138] Y es el mismo propósito que ella
se hace después de participar en su segundo Retiro: “Quiero
desde hoy ser siempre la última en todo, ocupar el último puesto, servir a
los demás, sacrificarme siempre y en todo para unirme más a Aquél que se hizo
siervo siendo Dios, porque nos amaba”.[139] Teresa de los
Andes, un llamado al laicado hacia la más alta santidad.
La vida de la
primera santa carmelita de Latinoamérica, Teresa de los Andes, hace hoy un
llamado al laicado hacia la más alta santidad. Ella ha oído las palabras del
Maestro llamando a todos los hombres a dejarse realizar en Él “en la Unidad” con el Padre, el ímpetu de un
mismo Espíritu de amor. Esta alta intuición mística extraída de la lectura
del Evangelio e iluminada de lo alto por la plegaria, cogida y asimilada en
profundidad por experiencia de amor de esta joven nos debe hacer meditar como
está nuestra vida para transitar por caminos de santidad. Y lo interesante,
es que ella ha comprendido esto y lo expresa en un sencillo lenguaje
accesible a todas las almas, para permitirles caminar por el camino que lleva
a lo alto del monte “para contemplar la honra y la gloria de Dios” (San Juan
de la Cruz) desde aquí abajo y en medio de las tareas más ordinarias o
comunes de nuestra vida. En una carta a su madre ya en el convento
de Los Andes el 4 de julio, 1919: “Aprovechemos para enriquecernos el momento de la
comunión. Bañémonos en esa fuente de santidad y pidámosle el mundo entero de
las almas, porque no nos sabrá decir que no”.[140] En una carta a su hermana Rebeca desde el convento, el 12 de julio de 1919 (Un día
antes de su cumpleaños) le pide a su hermana que aproveche esta oportunidad y
que sea santa: “Me faltan palabras, hermanita, para expresar la
dicha divina que experimento. Siento al Infinito, al Eterno, al Santo
todopoderoso, al sapientísimo Dios, unido con la nada pecadora. Entonces
adoro y más amo. Entonces es cuando el alma se siente pura. Está en la
fuente de la santidad”. “Amémosle, hermanita, porque su bondad y su
misericordia son infinitas. ¡Cómo ante ese amor desaparece el nuestro miserable,
que no sabemos hacer el más leve sacrificio por nuestro Dios, después que
nada nos ha rehusado desde una eternidad! Aprovecha, hermanita, esos
instantes para hacerte santa. Fíjate que estamos unidas enteramente a la
santidad infinita. Pídesela. ¿Qué te podrá negar cuando está loco de amor por
ti, ya que se ha reducido a hostia o nada para llegar hasta ti? Pídele que lo
conozcas y que te conozca”.[141] A su amiga
Elena Salas González, le invita a ofrecerse a Él con amor para cumplir su
adorable voluntad, ese el plan de santidad que ella concibe. Querida Elena: ¿Qué te parecen mis proyectos? ¿No
encuentras que son demasiado ideales para mí que soy tan miserable? Cuando
pienso en las grandezas que se encierran en la vocación me confundo y no sé
cómo agradecerle a N. Señor el haberse fijado en una criatura tan ruin. Dime, ¿hay algo más grande sobre la tierra que el
Dios eterno, inmutable, el todopoderoso, busque en la tierra un alma para
hacerla su esposa; busque un corazón humano para unirlo a su Corazón Divino.
Si Dios a cada instante se nos da con amor infinito, ¿no nos corresponde a
nosotros, criaturas miserables, darnos a Él con todo nuestro ser, de modo que
todas nuestras obras vayan dirigidas a Él con toda la intensidad de amor de
que somos capaces? Ofrecernos a Él con amor para cumplir su adorable
voluntad, he ahí el plan de santidad que concibo. Dios es amor, ¿qué busca en
las almas sino amor? Antes de cada acción debemos darle una mirada. Él está
en nuestra alma, ¿con quién podemos estar más unidas? Allí ofrezcámosle hacer
aquella acción, no por los pecadores, ni con ningún interés, sino porque le
amamos.[142] 15.2
EL
DESEO DE LA SANTIDAD
La santidad no es un privilegio reservado a unas
pocas personas
Cuando leo la vida que llevó
Teresa de los Andes, o la misma Teresa de Jesús, me doy cuenta como estas
santas mujeres han tenido una vida característica de cualquier chiquilla y
que no por eso se distraen de su amor a Jesús. Tanto en su vida en el Monasterio,
como monja de claustro y su vida en el mundo, Teresa de Los Andes no se
evadirá y escapará de una vida peculiar como quizás nos habríamos puesto a
pensar de una santa como ella, es decir, su vida la hace con exquisita
naturalidad. “¿Quién subirá al monte del Señor?, ¿Quién
podrá estar en su recinto santo?, El de manos limpias y puro corazón, el que
a la vanidad no lleva su alma, ni con engaño jura”.[143] Para llegar a ser santo, y así
de este modo llegar en su momento al Cielo, “al monte del Señor”, solo se
debe tener una determinación muy decidida para lograrlo. Con esto, no quiero
decir, que para llegar a la santidad sea una cosa imposible, recordemos que
todos los que han llegado a tener el honor para ser llamado santos, todos
fueron personas muy normales. Por otra parte, no hay que realizar grandes
cosas, pueden ser a veces pequeñas, lo importante es que se hagan con amor,
como las hizo también Teresa de Lisieux, Santa Isabel de la Trinidad y Teresa
de los Andes, que tuvieron la disposición de dejar que Dios actuara en ellas.
En la amistad con Dios y unidos
a EL, se llega a la santidad, un aforismo de Santa Isabel de la Trinidad
dice: “Vivamos con Dios como con un amigo, tengamos una fe viva para estar en
todo unidos a Dios” (H, 576). Teresa de Jesús, define la oración como el
tratar de amistad con quien sabemos nos ama, es decir, no es otra cosa que
hablar con Dios como un amigo habla con el amigo de corazón a corazón, eso,
ya es una buena forma de santidad. Si tenemos diálogos íntimos y de amistad en
forma permanente, seremos capaces de enfrentar con mucha paz
desconocidos desafíos que se nos presentarán en la vida sin temor, ya que, en
las manos de Dios, todo lo bueno es posible y siempre el, nos tenderá una
mano para sacarnos de las dificultades. Como le sucedió a Pedro, que viendo
la violencia del viento, mientras navegaban por agua turbulentas, le entró
miedo y, como comenzara a hundirse, gritó: “¡Señor, sálvame! Al punto Jesús,
tendiendo la mano, le agarró y le dice: Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?
Y ante eso luego se postraron ante Jesús diciendo: “Verdaderamente eres Hijo
de Dios”.[144] En las palabras de San Pablo a
los Tesalonicense, encontramos muchas recomendaciones para la santidad, como
por ejemplo: “En cuanto a vosotros, que el Señor os haga progresar y
sobreabundar en el amor de unos con otros, y en el amor para con todos, como
es nuestro amor para con vosotros, para que se consoliden vuestros corazones
con santidad irreprochable ante Dios, nuestro Padre, en la Venida de nuestro
Señor Jesucristo, con todos sus santos”[145] Y más adelante
agrega. “Porque esta es la voluntad de Dios: vuestra santificación” …. “que
cada uno de vosotros sepa poseer su cuerpo con santidad y honor” …. “pues no
nos llamó Dios a la impureza, sino a la santidad”[146] A veces pensamos que la santidad
es un privilegio que solo está reservado a unas pocas personas, que son muy
especiales y elegidos para ser santos, pero lo que debemos comprender, es que
el camino hacia la santidad está abierto para que transiten todos los que por
el quieren caminar, por ende, es una elección y una tarea de cada uno de los
que se saben hijos de Dios, de cada uno de los que se denominan cristianos.
Por tanto, todos estamos llamados a la santidad, y esto no es otra cosa, que
vivir en el mundo que nos ha correspondido, como hijos de Dios. Y como todas
las personas somos hijos de Dios, todos tenemos que llegar a ser santos, a
pesar de que los caminos no nos resulten fáciles y cómodos. Con todo, ser santo, no parece
en estos tiempos algo fácil, y más difícil parece ser ayudar a que otros lo
sean. Entonces me cabe una pregunta, ¿es necesario que yo ayude a los demás a
que caminen por sendas de santidad? Yo pienso que sí, como nos dice Jesús:
“Vosotros sois la sal de la tierra. Más si la sal se desvirtúa, ¿con qué se
la salará? Ya no sirve para nada más que para ser tirada afuera y pisoteada
por los hombres. Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una
ciudad situada en la cima de un monte. Ni tampoco se enciende una lámpara y
la ponen debajo del celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a
todos los que están en la casa. Brille así vuestra luz delante de los
hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre
que está en los cielos”.[147] Es así como
corregir, aconsejar, dar buen ejemplo, orar mucho, sacrificarme para que
todas las obras de los hermanos lleven la luz de Dios y testimonien su
participación en la divina naturaleza, para que viendo todos sus frutos
buenos se den cuenta, de que Dios está en ellos, ya que, conociendo el árbol
por sus frutos,[148] no pueden
nacer de árbol malo, si son buenos, sino de la luz. A saber, hay dos elementos
fundamentales que constituyen la esencia de toda santidad: el despojo de sí y
la unión con Dios. Se los encuentra siempre bajo los más variados matices de
la vida de los santos. En una Carmelita ese aspecto negativo reviste la forma
de una separación absoluta. El Carmelo es el desierto, Dios solo. A solas con
Él. Pero entre las almas carmelitanas cada una vive a su modo esta doctrina
de la “nada” de la criatura y del “Todo” de Dios, que tanto gustaba a san
Juan de la Cruz. 15.3
“CREO
QUE EN EL AMOR ESTÁ LA SANTIDAD.
Está claro que la persona que busca la santidad debe tener un profundo
deseo de ser santo y sabe que con la ayuda de Dios todo es posible. Este
camino, en palabra de Santa Teresa de Jesús, hay que tomarlo con
"determinada determinación". En efecto, esta determinación es algo
serio. Esto supone una vida de amor a Dios y es aceptar el regalo de la
santidad que Él te hace. Teresa de los Andes desde pequeña tuvo dentro de su plan de vida el
ser santa, estaba determinada a lograrlo. Así lo demuestran sus escritos en
su Diario y cartas. Quiero ser
santa.
Escribe Juanita en su Diario a los pocos días de cumplir sus
15 años: “Estoy
leyendo Isabel de la Sma. Trinidad. Me encanta. Su
alma es parecida a la mía. Aunque ella fue una santa, yo la imitaré y seré
santa. Quiero vivir con Jesús en lo íntimo de mi alma.[149] EL 8 de agosto de 1917, Juanita
participa en su segundo “Retiro”. Esta actividad le hace reflexionar y luego
de reconocer que ha caído en el pecado, pide perdón a Dios y siente que la
mejora forma de reparar estas ingratitudes, es ser santa. Escribe Juanita: “Quiero
ser indiferente a todo, menos a Dios y mi alma. ¡Oh
qué ingrata me veo para con mi Dios! Tengo confusión, vergüenza con tantos
pecados como he cometido. Dios mío, perdón. Cuánto te he ofendido y qué bueno
eres Tú, que no me has condenado. Yo desde ahora odio el pecado pues él me
aparta de Ti. Me hace objeto de horror a tu vista. Señor, perdón. Ya desde
ahora quiero ser santa.[150] Es el 14 de agosto de1917, Juanita tiene ya cumplido los 17 años y
hace una semana ha participado en u Retiro. Ahora es tiempo de recoger los frutos
que le dejaron esos momentos de soledad. Escribe Juanita:[151] “Sentí un poco de vanidad, pero la rechacé y se lo
dije a Jesús, preguntándole qué debía hacer para no sentirla. Entonces me
dijo que El me daba su gracia para que fuera buena, y no apareciera mala como
lo soy en realidad”. “Siento tan difíciles de cumplir mis propósitos,
pero Jesús me ha animado poniéndome ante mi vista su rostro despreciado,
humillado. Le pido que me dé fuerzas”. “Quiero desde hoy ser siempre la última en todo,
ocupar el último puesto, servir a los demás, sacrificarme siempre y en todo
para unirme más a Aquél que se hizo siervo siendo Dios, porque nos amaba. No
me disculparé jamás, aunque sea injusto”. “Haré todas las cosas lo mejor que pueda por agradar
no a las criaturas sino a Dios. Amaré las criaturas por Dios, en Dios y para
Dios. Viviré constantemente en ese espíritu de fe. No despreciaré ninguna
ocasión para humillarme y para mortificarme. Cumpliré a cada instante la
voluntad de Dios”. “Creo que en el amor está la santidad. Quiero ser
santa. Luego me entregaré al amor, ya que éste purifica, sirve para expiar.
El que ama no tiene otra voluntad sino la del amado; luego yo quiero hacer la
voluntad de Jesús. El que ama se sacrifica. Yo quiero sacrificarme en todo.
No me quiero dar ningún gusto. Quiero inmolarme constantemente para parecerme
a Aquél que sufre por mí y me ama. El amor obedece sin réplica. El amor es
fiel. El amor no vacila. El amor es el lazo de unión de dos almas. Por el
amor me fundiré en Jesús”. Más adelante escribe a la Madre Angélica Teresa, desde su lugar de descanso el fundo san Pablo al
sur de Santiago el 22 de enero de 1919; “Leí las Constituciones y Reglas. Sólo confío en
Dios podré observarlas perfectamente, pues ellas encierran un plan cumplido
de santidad”.[152] Al Padre José Blanch, C.M.F., desde el mismo lugar de descanso el 3 de febrero de 1919: “Todas estas consideraciones que le hago, Rvdo.
Padre, son las que me inducen a preferir el Carmen, pues creo que en esta
vida he de alcanzar la santidad. La he escogido porque veo que, escogiéndola,
he de encontrar la cruz; y andaría -creo- todo el mundo con la gracia de
Dios para buscarla y poseerla, pues en ella está Jesucristo”.[153] Al Padre Artemio Colom, S.J., desde el
Convento del Espíritu Santo, el 20 de julio de 1919: “Mis esfuerzos todos se dirigen a ser una santa
carmelita, y creo que lo que Dios quiere de mí para alcanzar esta santidad es
un recogimiento continuo: que
nada ni nadie pueda distraerme de Él”.[154] 16 PROFUNDAMENTE MARIANA
16.1
CONFÍE
TODO A LA SANTÍSIMA.
La Virgen ha sido la confidente íntima
Confiesa Teresa su gran amor a la
Santísima Virgen María, dice que ha sido su compañera inseparable. La Virgen
ha sido la confidente íntima desde los más tiernos años de su vida. Ella le ha
escuchado la relación de sus alegrías y tristezas. Ella ha confortado su
corazón tantas veces abatido por el dolor. Teresa, como toda carmelita, es
profundamente mariana, ella le confiesa a su padre: “Desde chica amé mucho a
la Santísima Virgen, a quien confiaba todos mis asuntos”.[155]
Es así como cuando se refiere a la Santísima Virgen escribe: “Confíe
todo a la Santísima. Récele siempre el rosario para que Ella le guarde no
sólo su alma, sino también sus asuntos”. [156] A
su hermano Ignacio le pide: “Honra mucho a María. Es tu madre tan buena y cariñosa, que jamás dejará de velar por ti. Récele a la Santísima. Virgen el Rosario todos los días, pero muy bien rezado. Cuando me vuelva a escribir me dirá si lo ha hecho”. |